Miro las camisetas que Sab y yo encargamos hacer para el partido de hoy. Bueno, las encargó ella porque yo me quedé dormida.
Esta mañana se celebraría el partido benéfico en el que acudirían muchos jugadores del país independientemente del equipo. Y no jugarían solos, sino con niños de otros equipos inferiores que estaban empezando en el mundo deportivo. El propósito era recaudar fondos para una organización que ayudaría a niños necesitados. Y qué decir que habían recaudado un montón. Me sentía muy orgullosa de que mi marido formara parte de esto.
La cosa era que no llevaban camisetas de su equipo, sino que se habían separado en dos equipos y cada uno llevaba una camiseta, blanca o azul, con su nombre. Y claro, Sab no quería ser menos, y había encargado camisetas para nosotras y los bebés. Ni Derek ni Jake saben que iremos con ellos porque son muy pequeños pero les pondremos unos cascos para protegerlos del ruido.
Me pongo la camiseta y visto a los bebés con ellas. Están tan adorables que al ver que tengo tiempo antes de salir, les hago un sinfín de fotos y se las mando a sus tías y abuelos. Preparo el bolso, y salgo hacia el estadio. No es en el que Jake suele entrenar, sino del equipo contrario de la misma ciudad. Sé que es grande también pero lo desconozco por tanto, como no sé si podré dejar el carro, llevo a los bebés en el portabebés.
Me impone un poco que puedan hacerles fotos a los bebés y que salga en la prensa, pero sé que a Jake le hará ilusión verlos en su primer partido. Y bueno, las fotos que nos ha hecho la prensa, porque nos han hecho fotos, al menos han tapado sus caras por lo que nadie más allá de nuestro círculo, y de los que nos vean por la calle. Pero bueno, eso no lo podemos controlar.
Llegamos al estadio y Sab y Roderick nos esperan para sentarnos. Ellos llevan la camiseta del mismo color que nosotros pero con Lambert escrito, mientras las nuestras llevan nuestro apellido.
Nos sentamos en nuestros asientos en primera fila. Podemos ver el campo perfectamente y ellos nos pueden ver a nosotros. Me muero por ver las caras de sorpresa.
Saco a los bebés del portabebés y les coloco los cascos en la cabeza. Sab hace lo mismo con mi ahijado.
— ¿Derek lo sabe?
Sab niega con la cabeza.
—Piensa que venimos solo las dos.
—Dame tu móvil, que esto tenemos que grabarlo. Su primera vez en un partido.
—Y le quedan muchos más.
Hacemos las fotos y charlamos hasta que comienza el partido. Los mellizos miran atentamente la pelota y es que ahora comienzan a fijarse más en los objetos. Sé que distinguieron a su padre cuando salió al campo porque abrieron los ojos, pero él estaba tan concentrado que no se dio cuenta. No sé si se percatará de que están aquí.
—No se dan cuenta. —Dice Sabrina con desaprobación.
—Están pendientes del juego.
— ¿Y qué? Deberían al menos buscarnos.
Me río y niego con la cabeza.
El tiempo pasa y el ceño de Sab se va frunciendo cada vez más.
—A vuestra madrina le va a salir una arruga en medio de la cara. —Le digo a los mellizos.
—Y vuestro padrino va a quedarse sin oreja si no se da cuenta de que estamos aquí.
Les doy un beso a mis bebés comprobando que los cascos están bien colocados y que están despiertos. Parece que el deporte les ha gustado porque no despegan la vista del campo.
La primera parte del partido termina, y los jugadores van a descansar.
—Decidido, me voy a divorciar.
ESTÁS LEYENDO
Entre nosotros
RomanceAmber siempre ha tenido muy claro lo que quiere hacer: escribir. Pero cómo es tan dificil cuando acabe la carrera será profesora. Jake es un futbolista profesional que acaba de empezar. Una noche ambos se encuentran y comienzan una relación, pero la...