Capítulo 40

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No me había detenido a escucharlo. Me levanté del sofá y fui al vestidor. Me subí encima de uno de los asientos y cogí una maleta que estaba encima del armario.

La abrí y la coloqué en el suelo. Y comencé a sacar parte de la ropa y a meterla en la maleta.

¿De verdad se había puesto en contacto con él? ¿Después de decirme que entendía mi actitud? ¿De decirme que la respetaba?

Definitivamente no pensaba vivir con un mentiroso y menos que mis hijos se criaran con tal.

— ¿Qué haces? —Me preguntó Jake con el ceño fruncido y apoyado en el marco de la puerta.

—Creo que es bastante obvio. Me voy.

— ¿Te vas?

—Sí.

— ¿Se puede saber por qué?

¿En serio venía con esas? No podía ser tan jodidamente estúpido.

— ¿En serio no lo sabes? ¿No tendrá algo que ver con lo que me acabas de decir?

—Amber...

—De Amber nada. Dijiste que me darías mi tiempo, que entendías mi indecisión. Pero no, Don Perfecto tiene que hacer lo correcto o lo que él considera correcto aunque tenga que mentirle u ocultarle cosas a la que él llama su pareja.

—Te llamo mi mujer porque aunque no estemos casados es como si lo estuviéramos. Vamos a ser padres.

— ¿Ah, sí? Pues menos mal que me consideras así porque no me quiero imaginar cómo me tratarías si solo fuera tu novia y no la madre de tus hijos.

—Amber... —Me advierte.

—No. No puedes decirme nada. Confié en ti, Jake, dijiste que me entendías, que respetabas mi tiempo... y si no respetas algo tan simple como eso. —Cierro la maleta—. Aquí no hay nada que hacer.

Intento salir de la habitación pero no me deja.

—Amber, tienes que relajarte, no es bueno para los bebés.

—Ahora piensas en los bebés.

—Quería saber cuánto tiempo estaría aquí para saber de cuánto tiempo disponíamos.

Me siento en el suelo y él hace ademán de colocarse frente a mí.

—No te acerques.

Levanta las manos y se queda donde estaba.

— ¿No te das cuenta de que no se trata del tiempo que él dispone? Él ha tenido más de quince años para buscarnos...

—No sabes...

Comienza a hablar pero después de echarle "la mirada" se calla.

—Él ha tenido más de quince años para ponerse en contacto, para buscarnos. Te recuerdo que publiqué mi primer libro hace tres o cuatro años y no lo hizo. O quizás sí que lo hizo pero no fue suficiente. Ha tenido tiempo de pensar, de saber qué decir... y si justo cuando yo decido hablar con él, no le viene bien, ya está dicho todo.

Me limpio las lágrimas con los dedos. No sé cuándo comencé a llorar. Jake se sienta frente a mí sin tocarme, cosa que agradezco porque lo que diré a continuación no le va a gustar.

—Sé qué piensas en que podemos darle a nuestros hijos otro abuelo, ya que nuestras madres no están. Pero no es la misma situación, él se fue porque quiso o por un motivo externo, nuestras madres se fueron sin ellas quererlo.

Me levanto y él hace lo mismo.

Llamo a Finn que viene corriendo, busco su correa y se la pongo.

—Voy a pasear a Finn, necesito pensar.

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