Jake me dijo de ir a su casa y yo no me opuse. En tres días se iría y no quería desaprovechar el tiempo. Era como si intentara recuperar los cinco años que habíamos perdido en aquellos días. Pero no podía evitar pensar que esto era solo una especie de tregua, que después volveríamos a la realidad. A lo que nunca llegó a pasar.
Me desperté en su cama sin él a mi lado. Se sentía vacío y extraño. Era como si ahora que había vuelto a tenerlo en mi vida, me era más difícil acostumbrarme a su ausencia, aunque fueran tan solo unos minutos. Era extraño y quizás algo preocupante si lo llegaba a pensar con total frialdad.
Seguía atontada y adormilada cuando una mordida en un lugar concreto hizo que me despertara del todo. Levanté la manta que me cubría y ahí estaba él, sonriente mientras me acariciaba cerca del lugar donde me había mordido.
—Vaya forma de despertarme ¿no?
Me miró con una alegría que me derritió el corazón y aquella sonrisa que no parecía poder olvidar. Yo también sonreí, era inevitable no hacerlo con él.
Sin decir una palabra comenzó a acariciar mi sexo sin apartar la vista de la mía. Como si una parte de él me estuviera retando a que me negara. Obviamente no iba a hacerlo.
—No veo que te quejes.
Mis fluidos comenzaron y mi sexo comenzó a hincharse. Era increíble la rapidez con la que me tenía siempre preparada.
—Me encanta que siempre estás lista para mí.
Dijo mientras iba agachando la cabeza hasta dar el primer lametón a mi interior. El sentir la lengua moviéndose en mi interior, mientras sus dedos seguían moviéndose, hacían que no pudiera dejar de gemir su nombre. Y cada vez que lo hacía podía notar su sonrisa, cómo intentaba aguantar la risa, contra mi sexo.
Daba círculos con la lengua sobre mi clítoris mientras los dedos de mi interior iban en aumento, tanto en número de dedos como en rapidez. Haciendo que pequeños espasmos sacudieran mis piernas y que tuviera que agarrar parte de las sábanas.
Era inevitable no hacerlo. Era algo que no podía controlar. No cuando se trataba de él. Me tenía a su merced. En la palma de su mano. Preparada para cualquier cosa que me pidiera hacer.
Los lametones seguían mientras yo no podía evitar la cantidad de fluidos que mi cuerpo generaba. Pero a Jake no parecía importarle, más bien todo lo contrario. Estaba encantado.
Era cierto que había tenido sexo oral con otras personas antes de Jake, con Jake y después de él. Pero mientras lo tenía ahí y no podía pensar. Era inevitable no notar la diferencia entre él y los demás. No habían llegado a su altura. Con los otros había sido más frío, impersonal, pero con él no. No podía ser así. Era como si esa posibilidad ni siquiera existiera. Era como si nuestra confianza, nuestra unión fuera demasiado profunda y eso, que si lo pensamos fríamente, no nos conocíamos desde hacía tanto tiempo. Habíamos estado juntos como un mes y después habíamos dejado de tener contacto durante cinco años, y ahora que nos habíamos vuelto a conectar, parecía que no ese parón nunca había existido.
Gemí de nuevo cuando su lengua entró en mi interior.
—Joder. —Fue lo único que llegué a decir.
Sus dedos iban rapidísimos, y me daba la sensación de que me había metido casi todos sus dedos. Comenzó a lamer en círculos por mi clítoris. Estaba tan cerca. Mis piernas temblaban, no era capaz de pensar con claridad, estaba en una nube. Entonces, en medio de todo aquello al final grité del gusto cuando llegué finalmente al orgasmo.
—Maravilloso. —Dije sin apenas voz.
Jake se incorporó y me miró sonriente. La boca la tenía brillante. Fue subiendo por encima mía y me tendió la mano que había tenido en mi interior.
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Entre nosotros
RomanceAmber siempre ha tenido muy claro lo que quiere hacer: escribir. Pero cómo es tan dificil cuando acabe la carrera será profesora. Jake es un futbolista profesional que acaba de empezar. Una noche ambos se encuentran y comienzan una relación, pero la...