Capítulo 66

124 11 0
                                    

Las horas en el avión se pasan medianamente largas. Los bebés lloran lo que nunca han hecho ya que no les ha hecho gracia el ruido, la subida ni el llevar los tapones en los oídos. Solo se han calmado cuando les he dado el pecho, lo que ha provocado que me haya tirado todas las horas con ellos pegados a las tetas. Y ahora para rematar me duelen.

Hemos llegado al hotel, y digamos que nuestra suite está formada por un salón en medio y como seis habitaciones, de las que nosotros usaremos una, o dos dependiendo de cómo se porten los peques, y Sabrina y Derek una, o dos dependiendo de Roderick. Tengo ganas de disfrutar del viaje y de los mellizos, pero me han reventado en el avión.

Llegamos a la tarde y nos estamos abrigando para salir ahora a dar un paseo.

Llevo unos pantalones con unos leotardos debajo, unos calcetines gordos, una camiseta, el jersey, gorro, bufanda, guantes y el abrigo. Los bebés siguen más o menos mi mismo patrón y me muero de amor, porque ya con tres meses están regordetes y ahora parecen...

—Parecéis cebollas. —Dice Jake mirándonos a los tres.

Pongo los ojos en blanco.

— ¿Sabes el frío que hace?

—Obviamente y estás exagerando. Después empezaréis a sudar.

Lo miro mal.

—Ya verás que no.

Los cojo y les doy un beso a cada uno. Aunque los ojos pueden ir cambiando todavía, estoy bastante convencida de que Elle ha heredado el color de su padre y Max el mío.

—Por favor, si hasta te ha costado cogerlos de las capas de ropa que llevas.

—Ya verás que cuando salgamos querrás regresar a cambiarte.

Ponemos a los bebés en los portadores aunque llevamos el carrito también. A veces se cansan de que los llevemos encima y además, el tener que llevar todo doble hace que nos sea casi imposible cargar con todo.

— ¿Lo tenemos todo?

Jake asiente.

— ¿Seguro que no te quieres llevar un jersey?

Niega con la cabeza.

—Con la camiseta y el chaquetón me basta.

Sale y cuando no mira meto el jersey debajo de la bolsa de los bebés que está en el carro. Puede que sea cierto y no tenga frío, cosa que dudo, pero por si acaso.

Nuestros amigos están listos también y salimos. Hace un frío bastante importante pero estoy conforme porque estamos los tres abrigados. Miro a mi marido que se frota los brazos porque el cabezota dijo que estaba bien.

Arqueo la ceja.

— ¿Tienes frío?

—No.

Orgulloso.

—Estamos a tiempo de que subas al hotel.

—He dicho que no.

— ¿Seguro?

—Amber...

Comenzamos a andar pero está encogido.

—Jake, admite que tienes frío.

—Que no tengo frío.

—Tienes la nariz roja. Te vas a resfriar.

—Entremos en una cafetería.

—Yo no tengo hambre. —Responde Sabrina.

Jake la mira mal.

—Por favor, podemos dar la vuelta.

Entre nosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora