Capítulo 51

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Y sin darnos cuenta ya ha pasado año nuevo y ya nos hemos instalado en nuestra nueva casa. En verdad estamos en proceso, los muebles están, la ropa está colgada en los vestidores y parte de la habitación de los mellizos está preparada. Hay dos habitaciones específicas pensadas para cuando sean más grandes, pero mientras sean bebés queremos que duerman en un cuarto único para ellos. Pero una vez que no tengan que despertarse cada tres horas a tomar el pecho. Se mudarán allí cuando sean algo más mayores y se separarán siempre que quieran cuando sean capaces de tomar nuevas decisiones.

Nuestra casa estaba cerca de la de Sabrina y Derek, cosa que me gustaba mucho. Podríamos ir allí andando sin la necesidad de coger el coche. Además el barrio en el que vivíamos estaba rodeado por seguridad por lo que nadie no autorizado podía entrar, o al menos sin identificación, cosa que nos hacía sentir más seguros. Puede haber fanáticos un poco locos.

Aún no me acostumbraba a nuestra nueva vivienda. Era de dos plantas, con un garaje para siete coches creo, aunque nosotros solo teníamos dos (el de Jake y el que Charles cogía), yo seguía sin tener coche pero no me importa demasiado, Charles puede llevarme a donde sea, y la verdad es que viviendo en otro país, no es que tenga mucha confianza.

El jardín era enorme, con un montón de espacio para correr, y tenía una piscina climatizada, y flores y árboles que lo decoraban. Además de una zona con una barbacoa y mesas y sillas para comer allí en verano. Además de unos sofás y una mesa para sentarnos allí cuando hiciera buen tiempo, pero eso estaba bajo el porche. Y algo más alejada teníamos una casa para invitados, que no sabía si llegaríamos a usarla algún día, es decir, nuestra casa de por sí era enorme, no había necesidad de meter a nadie en el otro lado... pero bueno, la opción estaba así por si querían más intimidad.

En cuanto a la planta baja teníamos una cocina de color blanco con su respectiva isla y comedor, al lado el salón con su chimenea, el sofá y la televisión, otra habitación donde se encontraban los libros y mi escritorio para escribir, una habitación con el piano de Jake, un cine, un gimnasio, cuartos de baño y habitaciones para los invitados. En la planta de arriba, estaban mi habitación, la habitación que usarían los bebés de forma provisional, las dos habitaciones para cuando crecieran algo más, cada habitación con su propio baño y más habitaciones de invitados.

Tenía pensado cambiar una de las habitaciones de invitados de la parte de abajo por un cuarto de juegos. Teníamos varios juguetes ya, pero habría que tener más. Pero con calma, no quería empezar a comprar de forma compulsiva.

Me encontraba en la biblioteca, ordenando los libros. Siempre me había gustado hacerlo yo. Y solía ordenarlos por género y dentro del género por autor. La verdad es que aparte del escritorio donde yo me encontraría, había un sofá y dos sillones, por si nos apetecía leer.

En estos días Jake no había logrado sentir a los bebés, mientras que habían estado bastante activos. No me gustaba pero no sabía qué podía hacer.

Cuando terminé de guardar los libros decidí buscar al padre de mis hijos. En nada volvía a los entrenamientos con el equipo, así que tenía que aprovechar el tiempo que nos quedaba juntos sin horarios. Y sí, ya estaba de cinco meses y parecía que estaba de siete. Todavía no había quedado con Sab, y no la vería hasta dentro de un par de días, pero estaba segura que nuestros vientres estaban bastante igualados. Y no sabía qué pensar al respecto ya que ella daría a luz el mes que viene y a mí todavía me quedaba bastante.

Escuché el sonido de las notas musicales del piano. En todo este tiempo todavía no había escuchado a Jake tocar. Y no había sido por falta de tiempo, simplemente no había estado tocando. O si lo había hecho, no lo había hecho conmigo bajo el mismo techo.

Me apoyé en la puerta y lo escuché tocar sin querer entrar e interrumpirle. Me gustaba verlo, estaba concentrado y se notaba bastante agilidad con las manos. Ya entendía su talento con los dedos.

Concentrada en el sonido de la música, de sus movimientos, me costó notar aquellas patadas que últimamente no dejaban de acompañarme. Coloqué las manos en el sitio donde los sentía de más. Parecía como si siguieran el ritmo que marcaba su papá.

En ese momento, Jake se giró e hizo el intento para parar.

—No pares, se están moviendo.

Me senté a su lado, mientras seguía tocando. Me subí el jersey y le cogí una de sus manos mientras con la otra seguía tocando. Sé que se estaba poniendo nervioso, con la esperanza de que lo que yo iba a hacer funcionara. Y joder, espero que lo haga.

Los bebés se movían y coloqué su mano en el sitio donde antes había puesto la mía. Y agradecí que siguieran el ritmo de la música y que no pararan. Los ojos de Jake se iluminaron debido a la sorpresa de sentir por primera vez los movimientos de sus hijos. Y la sonrisa tan grande que le decoró el rostro, creo que jamás la olvidaré.

Terminó la pieza y los bebés siguieron moviéndose. Como si quisieran seguir con la fiesta.

Jake colocó la otra mano y comenzó a besarme el vientre. Y después de un buen rato, los bebés decidieron descansar.

—Los he notado.

Asentí.

—Mira que me han hecho sufrir.

Me reí.

—La espera mereció la pena.

—Son melómanos.

—Pues de mí no lo han sacado.

Me abrazó y nos quedamos así un buen rato. Por fin los había sentido después de tantos días sin éxito.

—Ahora solo hay que esperar a que se muevan de nuevo.

—Pero con calma, que después me dejan dolorida.

—Pero con calma, que después me dejan dolorida

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