Capítulo 64 (I parte)

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Pasan los días y las semanas y recibimos las visitas de mi hermana, mi padre, Callie, las chicas y los demás. Ha sido un no parar. Estoy agotada pero toda ayuda ha sido bienvenida. Los bebés ya han cumplido un mes y siento que todo ha pasado demasiado rápido. Quiero que vaya todo más lento.

La cuarentena ya la he terminado pero tengo sentimientos encontrados con respecto a mi cuerpo. Sí, ya no tengo la barriga postparto, pero muchas cosas han cambiado y todavía debo adaptarme. Al menos los bebés están en creciendo bien, y se están poniendo regordetes. Y preciosos, sobre todo preciosos. Todavía los ojos no están definidos pero algo me dice que los de Elle tiran más a azul y los de Max a verde. Aún es pronto, así que ya iremos viendo.

He quedado con Sab para dar un paseo por el vecindario. Como es tan grande y hay seguridad tanto para entrar como para salir, me siento segura yendo yo sola con los bebés. Jake ha quedado con Derek para entrenar, porque aunque la temporada ha terminado, debe mantenerse con el deporte. Aunque me alegra que ha causa del resultado del partido, podamos disfrutar más de él.

Me he puesto unos vaqueros (por primera vez en todo este tiempo) y una camiseta suelta que me permite darles el pecho si tuviera que pasar, aunque se supone que mientras paseemos no habría necesidad. Llevo el carrito gemelar aunque guardado llevo un portador de bebés, aunque no me gustaría usarlo ya que no me gusta hacer distinciones entre los dos. Pero está la posibilidad de que uno quiera más contacto que el otro... así que es algo que debo llevar.

Compruebo que lo tengo todo por si acaso ocurre cualquier imprevisto y cuando estoy convencida de que todo está listo, los cojo y los meto en el carrito.

Salimos hacia la casa de Sab, ya que la recogeremos allí y efectivamente, para cuando llegamos ya nos está esperando fuera con Roderick en el portador de bebés.

—Hola. —Saluda a los mellizos y les da un beso a cada uno.

Cuando terminó de saludarlos, me tocó a mí hacer lo mismo con mi ahijado. Estaba precioso, tenía unos ojos azules enormes, que por lo que parecía había heredado del abuelo de Sab.

Comenzamos a andar.

—Ya se han ido todas tus visitas.

—Después de un mes, al fin.

— ¿Y cómo lo estáis llevando?

—Pues... por ahora bien la verdad.

— ¿Estáis encontrando tiempo para vosotros?

Suspiré.

—Algo pero no mucho. Aprovechamos cuando duermen para hablar, ver algo... pero al final acabamos durmiendo.

—Bueno, es normal. ¿Y el sexo?

Automáticamente me pongo roja porque no hemos hecho nada. Cero.

—Amber...

— ¿Qué?

—Dime que habéis hecho algo.

Niego con la cabeza.

— ¿Y eso?

—Pues... no sé, entre que tuve que guardar reposo y la cuarentena...

—Pero ya has terminado con la cuarentena, ¿no?

—Ya...

— ¿Él no ha intentado nada?

Niego con la cabeza.

—Pero sé que no es porque no quiera, soy yo la que no está tan a la labor. No me siento del todo cómoda con mi cuerpo ahora mismo.

—Pero a él no creo que le importe.

Entre nosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora