Y llegó mi cumpleaños. Me despierto y no hay nadie en el dormitorio, literalmente. No sé en qué momento Jake se despertó ni cuando cogió a los bebés para llevárselos. Me peino con los dedos y me recojo en pelo en una coleta alta.
Conforme me voy acercando a la cocina puedo escuchar a Jake hablar.
—Tenemos que darnos prisa si no queremos que mamá se despierte.
Me muero.
Huelo a tortitas y comienza a rugirme el estómago.
—Elle sé que quieres comer pero todavía eres muy pequeña. Y tú Max, no puedes quedarte dormido de nuevo.
Me tapo la boca intentando contener la risa.
—De acuerdo, revisemos que lo tenemos todo.
Se hace el silencio en lo que supongo que está comprobándolo todo.
Después de un rato, mueve algo y decido entrar.
A pesar de haber oído la conversación, no me esperaba para nada la escena. Todo está lleno de flores y globos de color oro rosado. Jake lleva a los bebés en un portabebés gemelar que compramos el otro día. Elle lleva un gorro con un lazo rosa enorme que me hace sonreír, Max está pestañeando a causa del sueño a pesar de que su padre le dijo que no lo hiciera y Jake lleva un delantal manchado de harina.
— ¿Y esto?
— ¡Feliz cumpleaños! —Exclamó abriendo los brazos.
—Gracias.
Me acerco y abrazo a los tres por el lado, ya que delante están dos y detrás el otro. Les doy un beso en la cabeza a los bebés y uno en los labios a mi marido.
Saco a Max del portabebés y Jake saca a Elle y me la tiende. Después se quita las cosas y nos dirigimos a la mesa a comer. Ha hecho tortitas con pepitas de chocolate, sirope, nata y fresas. Hay zumo de naranja, un chocolate para mí (aunque templado ya que hace calor) y un café para él.
Los mellizos están encima de mí mamando mientras desayuno. Al final una tiene que ir adaptándose a las circunstancias.
Jake estaba sentando a mi lado pero cambia de sitio y se coloca en frente.
— ¿Por qué te has cambiado de sitio?
—Así tengo mejor vista. —Me sonríe divertido.
Niego con la cabeza.
—Mi culpa no es si solo puedo mirar.
Sé que bromea pero el comentario me duele un poco. Rápidamente se da cuenta.
—No te estoy presionando ni nada.
Sonrío aunque de forma triste.
—No, si ya lo sé. —Mastico un trozo—. Todavía tengo que adaptarme.
Pone su mano sobre la mía.
—Tú decides.
Asiento con la cabeza y le sonrío en un intento por arreglar la situación, pero igualmente no puedo evitar sentirme un poco mal.
— ¿Qué quieres hacer hoy?
—Pues como hace calor, podríamos quedarnos en la piscina.
—Sería el primer baño de los mellizos.
Asiento.
—Además compré unos bañadores a juego.
— ¿Con Elle?
—Los cuatro.
Me mira poco convencido.
—Amber...
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Entre nosotros
RomanceAmber siempre ha tenido muy claro lo que quiere hacer: escribir. Pero cómo es tan dificil cuando acabe la carrera será profesora. Jake es un futbolista profesional que acaba de empezar. Una noche ambos se encuentran y comienzan una relación, pero la...