Capítulo 47

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Me quedaba una carta por terminar antes de irnos a la casa rural con los demás. Jake estaba haciendo quien sabe qué. Ya le había escrito la carta a Max y me quedaba por terminar la de Elle. Y cuando nacieran escribiría otra donde explicaría cómo me sentí después de esperarles durante nueve meses. Sigo creyendo que es una buena idea.

Cuando estoy firmando, Jake entra.

—Todo listo, ¿vamos?

Doblo la carta que acabo de terminar y la guardo en el sobre que meto en la última caja que falta por cerrar.

— ¿Qué era eso?

—La carta para Elle.

Me mira como si no entendiera y ruedo los ojos. Mira que se lo dije.

—Te conté que quería escribirles una carta a cada uno antes de que naciera y otra cuando lo hicieran.

— ¿Ya las has escrito?

—Obviamente, solo estaba a la espera de decidir sus nombres. ¿Cuándo vas a hacer las tuyas?

Cojo las cosas, y ato a Finn, que está muy feliz de que nos lo llevemos con nosotros.

—Añade mi nombre y ya está.

Lo miro mal y se ríe.

— ¿No puedo hacer solo una?

—No, hay que distinguirlos y no hacer que su vida gire en torno al otro.

—De acuerdo... a la vuelta me pongo.

Nos despedimos de Debbie y vamos hacia el coche.

— ¿Me dejarás leer las tuyas?

—Sí, pero una vez que tú hayas escrito las tuyas para que no me copies.

—No es justo. —Dice antes de entrar en el coche.

Meto a Finn detrás y me siento de copiloto.

—No me importa si te parece justo o no, tus hijos se merecen que pienses en ellos y que sepan que los quieres.

—Pienso en ellos y los quiero.

—Pero tienen que saberlo. Y aunque se los muestres, es bonito que tengan ese recuerdo.

Suspira.

—De acuerdo. Pero quiero leer lo que sea que les hayas puesto.

—Que sí.

Pasan unos veinte minutos y comienzo a tener hambre. Mierda. No he traído nada.

—Tengo hambre. ¿No podemos parar?

—Amber, no ha pasado ni media hora. He calculado las paradas a cada hora para que puedas ir al baño.

—No meo cada hora.

Me mira arqueando la ceja.

— ¿Cada hora y media?

Se ríe.

—Ahora en serio, tengo hambre.

—Abre la guantera.

La abro y me encuentro con algunos de mis antojos y...

— ¿Y las zanahorias?

—Porque después de comer las galletas, las rosquillas, y los chocolates te sentirás mal y querrás comer sano.

Me río y le doy un beso en la mejilla.

Empiezo por las galletas.

Después de cinco horas de camino que incluyeron unas cuatro paradas para que tanto yo como Finn pudiéramos ir al baño, llegamos a una especie de casa en medio del campo. Era precioso y encima estaba todo nevado a causa de las nieves.

Entre nosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora