Llegamos a casa y ni siquiera encendemos las luces. Cerramos la puerta de un portazo. Jake se apodera de mi boca, su lengua se apodera de la mía y nuestra ropa empieza a sobrar. Dejo que me quite la camiseta mientras yo tiro de la suya. Vamos dejando rastros por toda la casa, nuestra ropa adorna el suelo.
Cuando por fin estoy completamente desnuda y ni qué decir de mi novio, me coge en volandas y me lleva a la habitación. En medio de los besos y durante el camino, me es inevitable no reírme ante la situación.
— ¿De qué te ríes?
Coloco mi frente sobre la tuya.
—De la situación.
—Eres muy pequeña y nuestra casa es muy grande.
Y no mentía. Yo era de estatura media, pero me ponías al lado de semejante hombre y parecía un tapón. ¿Qué mide, 1' 90? En realidad no me importaba, me hacía sentirme protegida.
Nuestros labios volvieron a juntarse y le arañé la espalda.
Llegamos a nuestra habitación. Me colocó sobre la cama, me abrió las piernas y se colocó en medio de mis piernas. Estábamos ardiendo.
Comenzó a lamerme el cuello mientras sus manos manoseaban mis pechos. Sentía mi entrepierna empapada con la suya rozándome la mía. Se cambió de posición lamiéndome uno de mis pechos mientras yo le apretaba el culo.
Este hombre me volvía loca. Era adicta a él, a su cuerpo, a su calor, a su seguridad... Podría quedarme así toda mi vida.
Me pellizcaba un pezón mientras me succionaba el otro. Iba a estar marcada de por vida pero podía vivir con ello.
Comenzó a bajar, besando mi estómago entre lamidas. Y comenzó a meter varios dedos en mi interior.
—Lista para mí. —Dijo sin dejar de mover los dedos.
—Siempre estoy lista para tí.
Sacó los dedos provocando un quejido de mi parte, pero no pude hacerlo mucho tiempo porque su perfecta polla entró de nuevo en mi interior. No hacía ni una hora desde que la había tenido dentro y mi cuerpo la había echado de menos. Parecía hecha para mí.
Comenzó a moverse lentamente. Moví las caderas siguiendo su ritmo y levanté las dos piernas para que pudiera profundizar más. No podía pensar. Era delicioso.
—Nadie puede llenarte como lo hago yo.
Negué con la cabeza porque era la verdad.
Empezó a ir más rápido.
—Nadie te complace como yo.
Volví a negar con la cabeza.
Las embestidas eran bruscas, posesivas y cada vez a mayor velocidad. Ya no veía, ni hablaba. Solo era capaz de escuchar nuestras respiraciones entrecortadas y los comentarios posesivos de Jake. No sabía que tenía esa vena posesiva pero no puedo evitar que no me pusiera.
—Eres mía.
Me besó en los labios con una posesividad que parecía que me iba a dejar sin ellos.
—Mía.
Ahora me mordisqueó la barbilla. Luego el cuello y por último el pecho.
Empecé a temblar, a gemir y gritar. Al menos aquí podía hacerlo tranquilamente.
Grité cuando llegué al orgasmo y cuando Jake se sació dentro. Se echó a un lado y me pegó contra él. Mi cabeza en su pecho y sus piernas enrolladas con las mías.
Me desperté unida a Jake y con dolores por todo el cuerpo. Al igual que las marcas. Menos mal que hoy no tendría que salir porque con el calor que hacía no me iba a ser muy posible ocultar todo lo que adornaba mi cuerpo. Era un bruto, pero era mi bruto.
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Entre nosotros
RomanceAmber siempre ha tenido muy claro lo que quiere hacer: escribir. Pero cómo es tan dificil cuando acabe la carrera será profesora. Jake es un futbolista profesional que acaba de empezar. Una noche ambos se encuentran y comienzan una relación, pero la...