Capítulo 67

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Al día siguiente salimos de nuevo a visitar la ciudad y está nevando. No hemos llevado el carrito sino que en dos mochilas nos dividimos las cosas. Por suerte no pesan demasiado.

Los mellizos miran todo con los ojos abiertos intentando descubrir qué es lo que está pasando. Hoy llevo a Max, Jake y yo solemos turnarnos a los bebés ya que no nos gusta pasar más tiempo con uno que con el otro, intentamos ser lo más equitativos posibles.

Todo el suelo está blanco y Sabrina saca a Roderick, que parece una linda cebolla, de su portabebés. Lo coloca en el suelo para que note la nieve con sus manitas, aunque las tiene protegidas por unos guantes, y él mira a su madre con los ojos muy abiertos.

—Está desubicado. —Comenta Jake.

Derek se agacha y le coloca un poco de nieve. Su hijo mira sus manos y da golpes derritiéndola. Todos nos reímos.

Mi marido se agacha y coge un poco y se la muestra a Elle que mira sin entender qué es eso. Hace lo mismo que Derek, y mi hija imita a mi ahijado. Jake repite la acción, y se viene hacia mí para que Max la note. Al contrario que su hermana, él mira con desaprobación y hace un puchero con la intención de llorar para que se lo quitemos.

Le doy un beso en la cabeza.

—Ya está. No hay más nieve.

Jake y yo nos sonreímos porque aunque no les haya hecho mucha gracia, ha sido la primera vez que han visto la nieve y que la han sentido. Y se siente tan bien estar ahí y disfrutar de todo esto.

Después de pasar gran parte del día fuera, llegamos al hotel. Hoy tenemos una mínima parte de la tarde y toda la noche para nosotros dos. Mentiría si no dijera que estoy algo nerviosa. Es cierto que he pasado todo este tiempo con mi marido, pero desde que nacieron los mellizos no hemos tenido una cita los dos solos. Y ni hablar de intimar... sé que en mi cumpleaños casi lo hacemos, y sé que no me importaría volver a tener sexo con Jake, y aunque sé que él me ha visto desnuda, en pocas ocasiones, no he estado en esa vulnerabilidad que una siente cuando mantiene relaciones sexuales. Sé que no le importa, pero... sé que en el momento en el que intimemos me verá completamente, y no unos simples minutos, y sin los bebés no sé si podría soportar que él no me viera de la misma forma que antes. Muchas veces me ha dicho que nada ha cambiado, pero no se sabrá con seguridad hasta entonces. Y sé que me ama con todo su corazón y que no ha cambiado, pero yo sí que lo he hecho.

—Voy un momento al baño.

—Voy a quitarles todas las capas y ponerles el pijama.

Dejo la puerta encajada, que no cerrada y puedo escuchar a Jake hablarles. No puedo evitar sonreír ante lo que dice.

—No les deis la lata a vuestros padrinos que por fin tengo a mamá solo para mí.

Se hace el silencio, supongo que por el cambio de ropa.

—A ver, un poquito sí que podéis molestar a vuestra tía —intento controlar la risa—, pero no tanto como para que nos llame y tengamos que volver.

Termino y salgo. Y ahí es cuando ya sí que no puedo controlar la risa. Los ha cambiado pero no es eso lo que me causa la risa sino que les ha echado el pelo hacia arriba, aunque solo se mantiene la parte delantera ya que no tienen suficiente pelo para mantenerse.

— ¿Y esto?

—Querían un cambio. —Jake se encoge de hombros—. ¿A qué sí?

Les hace cosquillas y sonríen.

Dejamos a los bebés con Sabrina y le digo donde está la leche que me saqué, así como los biberones que traje. Suelo darles del pecho directamente, pero me he dado cuenta de que si me saco leche cuando ellos están durmiendo puedo aprovechar las noches para que se sacien antes y dormir más. Y Jake también me ayuda en eso. Un bebé para cada uno y acabamos antes.

Entre nosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora