CAPITULO 4

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El campo de entrenamiento estaba completamente lleno de barro, debido a la lluvia que hubo la noche anterior, era bastante complicado correr por allí, sus pies se hundían en el barro con cada paso que daban, era realmente agotador. Johann intentaba ir a la misma velocidad que sus compañeros, no quería quedarse el último así que se tenía que esforzar el doble, sentía como algunas heridas de su espalda se abrían con cada paso con daba y había comenzado a sudar más de lo normal.

-Señor Simons, se está separando mucho de sus compañeros – grito el vice-capitán – Debe seguir el ritmo de los demás.

Johann asintió y comenzó a dar zancadas más grande, si llegaba a estar al lado de Jire todo estaría bien, el alfa era un poco más lento que los demás, Shilo y Adam se habían tomado la carrera como un juego, para ver quién era más rápido de los dos.

-Señor Peters, señor Doham, menos juego o añadiré cinco vueltas más para cada uno, esto no es una carrera – ambos asintieron a la vez – Os quedareis sin desayunar, si seguís así.

Al terminar las vueltas, Johann se apoyó a la pared que había más cerca, para recuperar el aliento, su espalda ardía, sentía pequeños latigazos de dolor cada vez que respiraba, Wagner se acercó a él cuando todos se fueron a la cafetería, incluidos Adam y Shilo, les había perdonado las vuelta que debían por lo que hicieron por la noche, pero solo si se comportaban.

-Lo de la enfermería sigue en pie, señor Simons, si lo necesita...- él negó con la cabeza - ¿Se ha cambiado la gasa antes de empezar las clases?

-No he tenido tiempo, señor Frey, me encuentro perfectamente, no debe preocuparse por mí – se dirigió a la cafetería sin decir nada más.

Los chicos habían conseguido engañar a Jire para que se siente a su lado durante el desayuno, el alfa se estaba arrepintiendo de su decisión, Shilo no paraba de molestarlo para que hablara, pero no conseguía más que una mirada de muerte de su compañero, eso parecía hacerle mucha gracia, ya que no paraba de reírse. Johann se sentó al lado de Carsten, él lo miraba algo preocupado.

-Johann, tu espalda está...- no se atrevía a decirlo - ¿Te encuentras bien? Podemos hacer por ti.

-Tengo hambre – le contesto – Correr sin haber comido nada antes es una tortura ¿verdad? El estómago rugue con rabia demandando comida, menos mal que el señor Frey no estaba muy enfadado.

-Deberías replantearte lo que te ha dicho el vice-capitán...- le contesto Shilo, el alfa parecía preocupado – Anoche ¿Qué paso?

-Habían ratas, no te acuerdas, tiraron cajita de metal que había cerca de mi cama, no te preocupes, no era nada – lo miro con desconfianza – Lo he visto está mañana, creo que se comieron lo que había dentro.

-Johann ¿Sabes porque el capitán no estaba en el entrenamiento? – negó con la cabeza – Dicen que le ha llamado el mayor, para ir a hablar con él, estaba muy enfadado.

-¿El mayor?

-El abuelo del capitán, Karl Hoffman, lo ha llamado antes de que el sol se pusiera, para que fuera a Drasalla, por eso solo estaba el señor Frey con nosotros.

-¿Cómo sabes eso?

-Lo estaban diciendo cuando estaba en la fila con Carsten – su compañero asintió, para afirmar lo que estaba diciendo Adam – Hay un omega en Ylesa, eso no le ha gustado para nada al mayor.

-¿Un omega? – Johann trago saliva nervioso – No decían que era imposible que un omega entrará en la base de Ylesa.

-Está prohibido, el mayor no quiere que haya omegas en su base, por eso ha llamado al capitán, creo... La verdad es que no hemos podido escuchar mucho más ¿verdad, Carsten?

Amor en la guerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora