CAPITULO 27

36 12 0
                                    

El cielo de Ylesa les advirtió que su llegada no sería muy buena, cuando el camión se detuvo en la entrada. En el centro de encontraba Walter Hoffman, junto a varios soldados que no conocían, ni sabían identificar en que rama se encontraban. Ni Ancel, ni Wagner sabían de qué los recibirían así, el capitán estaba bastante desconcertado.

-Adam Peters, Shilo Doham y Johann Simons, deben acompañarnos – la mirada del alfa se ocultaba detrás de las gafas de sol – Tenemos que hablar con vosotros.

Ancel intento detener a los soldados que arrastraron a sus hombres hacía ellos, sin mucho éxito, su hermano le pidió que se mantuviera alejado del asunto, ya que él no podría hacer nada. Pidió que los dos hombres que quedaban en el camión volvieran a su habitación y no salieran hasta que uno de ellos fuera a avisarles.

-No puedes llevártelos sin mi permiso – grito el capitán – Ellos...

-No supiste hacer bien tu trabajo, ahora debo hacerlo yo o ¿Quieres que se entere el mayor? – no mostro ningún rastro de sentimiento en sus palabras – Perdió demasiado tiempo contigo como capitán.

-¿Qué han hecho? – Walter negó con la cabeza y se fue – Devuélveme a mis hombres, no tienes el derecho de interrogarlos sin mi presencia.

-No eres apto para este puesto...- hablo uno de los hombres que acompañaba a su hermano – Los informes estaban mal, y no diste ningún reporte ¿en que ha empleado su tiempo? Su hermano está haciendo esto para protegerle.

-¿Qué les van a hacer? – Wagner intentaba calmar a Ancel - ¿Dónde os lo vais a llegar?

-No podemos responderle a esas pregunta, ahora mismo, usted también está en la lista negra del señor Hoffman.

-¡Walter! – le grito a su hermano – Tócales un solo pelo de su cabeza y él abuelo no te protegerá.

Les cubrieron los ojos con una venda negra, para que no pudieran ver nada y esposaron sus manos a la espalda para que no se movieran. Ninguno de los tres entendían que era lo que estaba pasando, los empujaban para que siguieran caminando, no podían decir nada, se les había prohibido hacerlo.

Walter se dio la vuelta una última vez, antes de desaparecer en la entrada, a Ancel le dio muy mala espina la cara que puso antes de entrar allí. Su hermano no estaba siguiendo ninguna orden de eso estaba seguro, su abuelo y su hermana seguían en Pora, no volverían hasta el domingo, Karl quería hablar con los soldados encargados de proteger el lugar, para asegurarse de que no habían visto a ninguna persona, a parte de sus hombres.

-No le voy a dejar que siga con esto – le advirtió a Wagner – Se cree que está en su terreno, prepara mi despacho, llamaré a Editha.

-¿Está seguro? – no le contesto – Su hermano, es...

-No voy a dejar que les haga nada, ellos no son el enemigo.

El capitán se fue al despacho sin decir nada más, Jire y Carsten seguían ahí sin moverse, en un momento se habían quedado solos, el vice-capitán que siguieran las ordenes de Walter, antes de ir detrás de Ancel. No podía haber más discusiones Hoffman, aún se acordaba del dolor de cabeza que le ocasionaba lidiar con esos dos, podían ser demasiado territoriales. Y a Ancel no le gustaba que pusieran normas en su territorio.

-Wagner no te quedes ahí parado...- el alfa tiro las cajas que había sobre su escritorio.

Encendió el ordenador y busco en todas las cámaras que tenía conectadas, para saber dónde se encontraba su hermano, Walter no podría pasar al tercer piso sin una autorización firmada por él y mucho entrar sin tener su huella. Las máquinas solo tenían registradas las huella de cinco personas, y él no sé encontraba allí.

Amor en la guerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora