CAPITULO 122

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Johann se despertó sobresaltado al notar a Ancel a su lado, el trapo que había usado el alfa la noche anterior seguía sobre su vientre, pero él no se encontraba en ningún lugar. El lado de la cama donde había dormido estaba completamente frio, como si nunca hubiese dormido allí. Johann busco las feromonas del alfa por toda la habitación, aún quedaba un pequeño rastro de ella, pero pronto se iría. Ni siquiera estaba la maleta que llevo el anterior.

Tan solo había sido un sueño, un sueño hermoso que se sentía tan real que llego a creérselo, tal vez no fue Ancel quien le hizo reír hasta que sus ojos comenzaron a llorar, los tenía hinchados. Otro sueño, no podía ni imaginarse otro sueño en el que estuviera viva.

-Papá... - Greta lo saludo con una gran sonrisa, al escuchar que había despertado – Buenos días, hoy has dormido más de lo normal, debería decir casi buenas tardes.

-¿Ancel? – la sonrisa de la beta se expandió – Creo que he vuelto a soñar con él, está vez era mucho más real que las anteriores, Greta.

-El capitán gruñón ha ido a casa de las abuelas, me pidió que llamará a las tías, tenía algo muy importante que decirles, se ha puesto uno de sus trajes de hombre rico de la capital – se burló – Antes de irse, te preparó el desayuno, está sobre la mesa de la cocina, estaba preocupado por ti, anoche parecías estar muy débil según sus palabras.

Johann se sentó en la cama tocándose el pecho, Greta lo acompaño sentándose a su lado y abrazándolo, había tenido que volver a casa por petición de Ancel, el alfa no quería que Johann interrumpiera lo que estaba dispuesto a hacer por él, pero antes necesitaba el consentimiento de las personas más importantes para su omega.

-Él volvió, papá... - sonrió y lo abrazo con fuerza – No es un sueño, el capitán gruñón está aquí.

-¿Por qué su maleta no está? – señalo la esquina donde la había dejado la noche anterior – Tampoco huelo sus feromonas.

-Puso sus cosas en la otra habitación para no ocupar espacio, por si lo necesitabas... - Johann aún estaba intentando recuperar el aliento – Llevaba algo en sus manos cuando lo vi, parecía algo nervioso, su frente sudaba demasiado.

Ancel se encontraba sentado en el sofá del salón de la casa de las madres de Johann, a su izquierda se encontraban Evie y Elke; a su derecha se encontraban Norma y Anja. Las había citado allí para hablar con ella, pero se olvidó de lo que les iba a decir, aunque lo hubiese estudiado varias veces con Jaziel.

-¿Ocurre algo, capitán? – Ancel les pidió que no le llamarán así, sentía una sensación extraña cuando lo hacían - ¿Mi hijo está bien? Parece que estás algo pálido ¿se encuentra mal? Mi esposa puede ayudarle, ella...

-Estoy bien, señora Simons... - sonrió con timidez y apretó el collar que llevaba en la mano – Tan solo un poco nervioso, no debe preocuparse por mí.

-¿Por qué nos has llamado? – pregunto Elke con curiosidad, el alfa la miro con miedo – No estarás pensado en irte y dejar a Johann ¿verdad?

-Todo lo contrario, señorita Simons, quiero quedarme aquí con Johann hasta el final de mis días.

Evie entrecerró los ojos, ella seguía un poco enfadada con el alfa, aparecer como si nada en la puerta de su hermano después de decir que estaba muerto, haber hecho sufrir a Johann y haber visto como lloraba por él, le hacía sentir algo de resquemor por él. La alfa cruzo sus piernas e hizo una mueca de disgusto, lo golpearía con más fuerza que el día anterior si se atrevía a hacer sufrir de nuevo a su hermano.

-Quiero hablar con vosotras, Johann siempre me ha dicho que sois muy importantes para él y por eso también lo sois para mí.

-No te hagas el romántico, alfa... - Elke pellizco el brazo de su hermana para que no hablara – Si te atreves a hacerle daño de nuevo a mi hermano, no vivirás para contarlo – Ancel rio nervioso – Lo digo enserio, me da igual que seas el nieto de uno de los grandes o que tengas el título de capitán.

Amor en la guerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora