CAPITULO 50

37 5 0
                                    

El frío acompañaba en aquel día sombrío, toda Drasalla se había preparado para despedir por fin a Eugene y Zachary. Los coronaron como "Los amantes de la capital", aunque muchos no sabían porque les llamaban así. Ancel cumplió su trato, hicieron un pequeño panteón para ellos dos, contrató a un escultor para que hiciera una representación de su último beso, ahora estarían juntos para eternidad.

-Esto no es lo que quería Eugene...- dijo Johann a su espalda, Greta dormía en sus brazos – Él quería vivir con Zachary.

-Los sueños, a veces no sé cumplen, Johann...- Ancel miraba el nombre de su amigo en la piedra – Al menos, pudimos cumplir su último deseo, estar con su alfa.

Unos pasos rápidos sonaron detrás de ellos, Ancel se dio cuenta de quién era sin ni siquiera verla a los ojos. La señora Castle se encontraba vestida completamente de negro, un velo negro cubría su rostro, habían eliminado algunas partes de la historia de Eugene, para no herir aún más a su madre.

-¿Por qué enterráis a mi hijo con su asesino? – pregunto enfadada, su maquillaje se había corrido por todo su rostro – Encima, tenéis la desfachatez de hacer está escultura, mi hijo nunca amo a ese hombre.

-Señora Castle, ya le explicamos que su hijo...

La señora Castle golpeo la mejilla del capitán con rabia, haciendo que todas las personas que se encontraban en el lugar, se giraran para ver lo que estaba ocurriendo. Wagner puso su mano sobre el arma que llevaba escondida debajo de la chaqueta, por si tenía que actuar. Shilo, Jire y Carsten se colocaron detrás de Johann, para protegerlo si es que decía atacarlo a él también.

-No me dejasteis ver el cuerpo de mi hijo, obviasteis todas mis indicaciones y tienes el coraje de hacer esto – el capitán pidió a sus compañeros que no se movieran – Mi hijo, Eugene, no se merece esto, él era un chico sociable y cariñoso, nunca saldría con un asesino como él.

-Señora Castle, Zachary no sé merece que hable así de él...- los ojos de la omega se dirigieron hacía Wagner – Aunque no quiera reconocerlo, su hijo amaba a ese hombre, murió por él.

Las palabras del vice-capitán, no fueron muy acertadas, la señora Castle, ahora arremetió contra él, el beta al igual que su compañero, soporto aquel golpe y los gritos desesperados de aquella mujer, que se negaba a aceptar la realidad.

-Los amantes de la capital...- pronunció aquellas palabras con ironía, apretando sus puños – Mi hijo no podrá descansar en paz, hasta que no lo quitéis de su lado, ese beso nunca existió, Eugene, era mi bebé.

Cayó de rodillas al suelo, mientras su corazón se destrozaba poco a poco, ella sentía que no había sido la mejor madre para Eugene, si hubiera estado más presente en sus escapadas. Eugene volvía a su casa oliendo a un alfa, siempre era el mismo olor, lo veía tan feliz que no quería preguntarle, esperaba el día que se lo presentará, era lo único que le quedaba, a su marido apenas lo veía. Eugene era lo único que le quedaba, lo único que le daba las ganas de seguir viviendo.

-Mi hijo...- repetía una y otra vez – Él lo mató, mi hijo, él se lo ha llevado ¿por qué los dejáis juntos?

-Eugene amaba a Zachary...- le confeso Johann – Su hijo, nos lo dijo a todos, él amaba a ese hombre al que estas llamando asesino, Zachary no fue quien termino con su vida, no es a él a quien deberías odiar, Eugene no querría eso.

-¿Cómo sabes eso? – Ancel negaba con la cabeza, no quería que siguiera hablando, el tema de los niños Cohem era un secreto para los civiles – No conocías a mi hijo.

-Vi los ojos de Eugene, mientras hablaba de Zachary, él no estaba mintiendo, amaba a ese hombre con todo su corazón, pero su historia fue demasiado corta, efímera, apenas existente.

Amor en la guerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora