CAPITULO 24

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No tardaron en llevar todas las cosas de Johann a la habitación de Ancel. Karl había insistido en que se quedaría en la habitación hasta que todo estuviera allí y así lo hizo. Aprovecho la oportunidad para volver a regañar a su nieto y a Adam, el beta aguanto la respiración durante toda la discusión, esperando a que el mayor se calmará.

Ancel estaba cansado de tener a gente merodeando en aquel lugar, incluso los médicos le molestaban, no tuvo ningún pudor en echarlos a todos de la habitación cuando su abuelo se fue, incluso el señor Frey fue reprendido por aquel alfa enfadado y no tuvo más remedio que abandonar la estancia sin pronunciar ni una sola palabra.

Johann no quiso acostarse en la camilla, así que se quedó sentado en el sillón cercano al alfa. Aguantaba la risa, para que no le volviera a regañar, Ancel lo miraba de reojo de vez en cuando, intentado averiguar qué era lo que le causaba la risa, el omega escondió su rostro detrás de la revista que estaba supuestamente leyendo.

-¿Qué ocurre Simons? – frunció el ceño, esperando alguna respuesta, pero no hablo – Parece ser que le has caído bien al mayor, nunca ha tratado así a nadie, incluso sus propios hombres le tienen miedo.

-Parecía ser un hombre muy simpático – la cara de Ancel le hizo reírse – No creo que se enfade con facilidad, sabía mantener la calma en todo momento – el alfa lo miro sin comprender – Sois tal para cual, los dos.

-Te estás burlando de nosotros – hablo ofendido, era algo que no iba a permitir ni a su propio omega, Johann negó con la cabeza – Te permito que te burles un poco de mí, incluso que me llames gruñón, pero mi abuelo es mi superior y el tuyo, debes tenerle un poco de respeto.

-Sí, capitán...- sonrió, pensando como volverlo a molestar – Nunca has hablado de tu otro abuelo, el mayor lo nombraba casi todo el tiempo.

-Él nunca podrá olvidar a su omega, aunque hayan pasado años desde su muerte y su marca este borrada, mi abuelo seguirá recordándolo – sus palabras mostraban tristeza – Fue muy duro para él, incluso se volvió loco, cuando encontré el cuerpo de mi abuelo.

-¿Lo habían asesinado? – Ancel negó con la cabeza – Hay varios soldados que contaron que el esposo del mayor, murió asesinado por un país enemigo.

-No hubiese quedado nadie en ese lugar, si eso hubiera ocurrido – la voz del capitán era sombría – Mi abuelo, hubiera matado incluso a los inocentes, si alguien hubiera tocado a su omega, mi abuelo Helmut no murió asesinado.

Johann no volvió a preguntar nada, Ancel parecía bastante afectado cuando hablaba de él y ahora su rostro parecía una mescla de enfadado y tristeza extraña. No entendía lo que le estaba pasando por su mente, su omega le pedía que se acercará a él y lo calmará, él alfa lo necesitaba, pero se negaba a acercarse más de lo necesario, aún recordaba lo que ocurrió en cueva, con cierta vergüenza.

-Johann...- le sorprendió escuchar su nombre en ese momento – Lo siento, por lo que te hice esa noche – el alfa miro a la pared avergonzado – No lo volveré a hacer, no haré nada que no te guste.

-Incluso aunque tú alfa te lo pida ¿Capitán? – tardo unos segundos en asentir, debía pensarse bien la respuesta - ¿Me ayudará a que la marca desaparezca?

-Eso es algo que no quiero hacer, ni aunque me lo pida mil veces – Johann no le contesto – No es solo mi parte alfa, la que está enamorado, aunque parece que no le entiendes muy bien, Johann.

-Está diciendo tonterías ¿Qué pasaría si alguien se llegará a enterar? – el alfa lo miro de reojo - ¿A quién castigarían primero? No creo usted, sufriera mucho por eso...

-No debiste mentir, en primer lugar, Johann – le hizo una sonrisa picará – Fuiste tú quien te metiste en este problema, aun sabiendo que los omegas no están permitidos en el ejército, en cualquier momento alguien se hubiera dado cuenta ¿Cuándo crees que hubieras aguantado?

Amor en la guerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora