CAPITULO 37

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La sombra cubrió los ojos de Eugene, cuando lo tuvo de espalda, no quería que lo delataran si llegaban a encontraron. El omega lucho por liberarse, intento golpear sin éxito al hombre que se encontraba detrás de él, era mucho más fuerte que él.

-Muévete un centímetro más, y no te tendré más remedio que matarte...- le susurró al oído – Tu novio, está en peores problemas que tú.

-¿Por qué me estás haciendo esto? – ataron sus brazos por la espalda y tiraron de él – Si ellos se enteran.

-Ya estarás bajo tierra en ese momento...

Al ver que no se estaba quieto, golpeo a Eugene, en el punto exacto para dormirlo, el omega cayó en los brazos de aquel hombre a los pocos segundos. Zachary corrió la misma suerte, al subir por las escaleras para ayudar a su pareja fue noqueado por dos hombres.

Dejaron los cuerpos de ambos en el suelos, mientras los despojaban de las ropas que llevaban querían dejar pruebas de que se los habían llevado, les hicieron pequeños cortes en los dedos para indicar que estaban heridos. Las órdenes de Johnson eran claras, quería terminar con los hermanos Hoffman, uno a uno.

-Edrick no está nada contento con tus avances...- le recrimino el alfa delante de él – Si sigues retrasando la misión, no tendrá más remedio que...

-Si me mata ¿Quién les pasaría la información? – se burló – Nadie se ha podido colar en Ylesa hasta ahora, nuestro querido tercero, estaría perdido si prescindiera de mí.

-Debías traer a uno de los Hoffman, no a este trozo de carne – le señalo a Eugene – Edrick no quería que lo lleváramos.

-Podéis matarlo y dejarlo aquí, ya lo encontraran...- dijo sin ningún rastro de empatía – Ya lo habéis hecho, sin las ordenes de nuestro jefe.

-Necesitábamos que ese hombre hablara, sabía demasiadas cosas, Lenny.

-¿Qué vas hacer ahora? – el beta sonrió – Seguirás con ellos ¿verdad? – asintió – Edrick, quiere que vuelvas pronto a la base, has perdido demasiado tiempo.

-Las prisas fueron lo que le hicieron perder la anterior guerra, Karl Hoffman se corono el mejor porque fue más inteligente que él – el alfa lo miro con desaprobación – Es una mania que tiene, correr demasiado rápido puede ser fatal ¿no?

Shilo encontró a Adam en el pasillo, estaba en el suelo y lleno de golpes, al beta le costaba moverse, su compañero lo ayudo a sentarse, apoyado en la pared. Adam no le contó nada hasta que llegó el capitán.

-Pensé que estaba solo...- tosió y apoyo su mano sobre el estómago – Me golpearon por detrás, yo intente proteger a ese chico pero se lo llevaron.

-¿Quién fue? – le pregunto el capitán enfadado.

-No lo pude ver...

Walter sonrió de medio lado cuando escucho aquellas palabras, el alfa desconfiaba un poco de la historia que estaba contando Adam, las heridas que tenía eran demasiado superficiales como para haberlo noqueado por tanto tiempo. Adam comenzó a pedirle disculpas a Johann cuando lo vio, el beta se lamentaba por no haber protegido como debía al omega, estaba dispuesto a recibir un castigo por haber cometido tan gran descuido.

-Marx, llévalo a la habitación y cúralo – ordeno Walter, su hermano lo miro de reojo, ambos pensaban parecido en esta situación – Después bajad al salón, tenemos que hablar, Peters, nos tendrás que contar la verdad.

-Ya lo he hecho, señor Hoffman – el alfa sonrió, Adam aparentaba estar realmente herido – No vi donde se llevaban a ese chico, me atacaron.

-Simons ¿Cómo va el localizador? – le enseño la pantalla del monitor que llevaba en la mano – El punto rojo indica donde se han llevado al omega, cuando se detenga, da avisó.

Amor en la guerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora