CAPITULO 126

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Hacía varias semanas, que Ancel sabía que debía acompañar a Johann a una revisión en el hospital que estaba en el pueblo vecino, el alfa le había prometido no ponerse nervioso cuando llegara el día, ya que no había nada por lo cual preocuparse en exceso. Ancel sentía como lo devoraban por dentro, no estaba preparado para escuchar que su omega se encontraba mal o que necesitaba alguna otra intervención, con la cual deberían separarse por tiempo indefinido. No estaba preparado para el caos que su mente estaba formado de camino al hospital. Demasiados escenarios terribles en los que acababa abandonando a Johann a su suerte por órdenes del malvado doctor que le atendía. No iba a consentir que lo separarán de nuevo, pero tendría que hacerle caso al profesional. Aquella noche no pudo dormir bien, tuvo que comprobar en varias ocasiones que Johann estaba a su lado.

-Es tan solo una revisión rutinaria, Ancel – el alfa ya no tenía uñas que morder, así que decidió tomar un chicle para tranquilizarse – He ido varias veces, me tomaran una muestra de sangre y una ecografía para ver cómo está mi útero – Ancel lo miro con tristeza – No duele, el doctor Meyer es muy gentil con los omegas, Elke me lo recomendó cuando volví a Econa.

-No estaré tranquilo hasta que conozca a ese beta... - Johann aguantó la risa, Ancel no le había soltado la mano en todo el camino - ¿Estás seguro que es bueno? Puedo buscar a uno mejor.

-El doctor Meyer sabe todo mi historial, le lleve los informes que hizo Nils sobre mí – Ancel asintió, no muy confiado – Llevo varios años yendo a su consulta, él me ha estado ayudando con mi problema.

-¿Cuántos años dices que tenía ese beta? – Johann puso los ojos en blanco, Ancel se había vuelto demasiado celoso desde que eran esposos – Está mañana no te he escuchado bien, mi amor.

-El señor Meyer es un doctor veterano, lleva casi veinte años atendiendo omegas y está casado con una beta – el alfa lo miró de reojo – Tiene un hijo con la misma edad que mis hermanas, no te preocupes.

Ancel acarició el vientre de Johann para comprobar que estuviera bien, el alfa había adquirido una especie de ritual para asegurarse que su omega estaba sano, primero debía parar su mano debajo del ombligo para comprobar que no estuviera hinchado, después levantaba con cuidado y sin que Johann se diera cuenta – o eso pensaba él -, la camisa del omega, para poder notar su temperatura y sensibilidad. Si estaba más sensible de lo normal, era una señal de alarma, Ancel se preparaba para el periodo de calor de Johann, comprando lo necesario para que estuviera bien. Para finalizar su ritual, movía su mano en dirección a las agujas del reloj para darle un pequeño masaje, que solía durar unos cinco minutos. Al terminar, para avisar a Johann besaba su mejilla y le sonreía.

-Lo has hecho antes de salir de casa, no había nada malo... - Ancel le pidió silencio para poder concentrarse, la voz de Johann lo distraía demasiado – Estoy bien, mi ciclo tardará dos semanas en llegar.

-Nunca se sabe, mi amor... - le confeso preocupado – La última vez se adelantó una semana y fue bastante doloroso, incluso lloraste un poco, necesito asegurarme de que estés bien.

-El doctor Meyer se encargará de revisarme bien, no debes preocuparte... - escuchar el nombre del beta lo enfadaba – Ancel, tranquilo. No va a hacerme nada malo.

-Entonces, porque en una de las revisiones no puedo entrar... - Johann aparto la mirada – Tu mismo lo dijiste, no podía entrar ¿Por qué? ¿Qué te hace?

-Las salas no son tan grandes como las del hospital Wanda, Ancel – le explico con calma – En esa sala solo caben dos personas, no puedes entrar, estaría demasiado incómodo y es una prueba rápida.

-No me fio... - Johann negó con la cabeza – Y si te hace algo, por ejemplo, inyectarte algún veneno, yo estaré fuera y no podré verlo ¿Cómo te voy a proteger?

Amor en la guerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora