CAPITULO 115

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Ancel no dijo ni una sola palabra cuando vio a su hermano marcharse de allí. Walter no hizo ningún tipo de promesa la noche anterior, cuando fue a despedirse de él, definitivamente. Intercambiaron un par de palabras sin sentido, uno del otro. La desesperación de Ancel le quería pedir que se quedará tan solo un poco más quería que alguien estuviera a su lado hasta el final.

-No busques a Johann... - Walter asintió, sin decir nada, viendo como su hermano apretaba con miedo el collar en su cuello – No le busque, no quiero saber lo que le está pasando.

-No sé si volveré aquí – Ancel lo sabía, una vez viera a Gian le sería imposible volver a separarse de él – No volveré Ancel.

-¿Por qué me lo tienes que repetir? – el alfa aparto la mirada con miedo – Te he entendido la primera vez, idiota.

-Porque quiero recordármelo a mí mismo también y decirlo en voz alta es mejor...- el capitán golpeo el hombro de su hermano con el puño – Me siento un auténtico cobarde en estos momentos.

-Yo también lo haría...

Se quedaron en silencio varios minutos, eternos en la mente de Ancel. El alfa quería que le dijera que sí que volvería, Walter lo miraba con una sonrisa triste, solo le comunicaría como estaba Zank y luego iría directamente hacía Anstrol, enviaría a los soldados de nuevo a Udreka.

-Ancel... - el capitán negó con la cabeza, no quería escuchar aquellas palabras – Escucha lo que te tengo que decir.

-Te declaré muerto en un par de semanas, para que Johnson no te busque, tendrás que cambiarte el apellido... - Walter no le respondió – Cásate con Gian y adopta el apellido Eboli, yo diré que mi hermano a muerto.

-Ancel, escucha lo que tengo que decir...

-Deja tu identificador aquí, lo quemaré para que Johnson se crea tu muerte y no te busque, no le digas a nadie que eres un Hoffman, podrás vivir tranquilamente con Gian – Walter negó con la cabeza – Me encargaré de nuestra hermana, le haré entrar en razón, buscaré a Sven.

-Ancel... - el alfa siguió hablando sin parar, las palabras que le iba a decir su hermano no le iban a gustar, por eso quería evitar – Ancel, por favor...

-Cuida de ellos... - Walter sostuvo las manos de su hermano para que parara de moverlas, le estaba poniendo nervioso – No intentes hablar conmigo cuando estés en Anstrol, o si no, no creerán mi mentira.

-No tienes que hacer todo esto... - Ancel sonrió – Hay más maneras, no debes hacerlo así...

-Si Johnson no sé cree que estás muerto, irá a por ti, estarás solo, no podré protegerte, déjame hacerlo ahora que puedo, Walter.

Los ojos de Ancel ardían como si tuviera fuego en ellos, Walter lo miraba con tristeza, nunca había pensado en dejárselo todo al pequeño Hoffman. Ancel intentaba sonreír como si fuera lo más natural del mundo mientras rebuscaba en los bolsillos de su hermano, sabía que su hermano no se colgaba el collar de identificación porque le molestaba el tacto de la cadena.

-Por favor, Walter... - el alfa lo soltó – Cuida de mi sobrino, tendrá ya el año, estoy seguro de que sería igual que Gian, desde que era un recién nacido se parecía a él – sonrió – El pequeño Leone, cuídalo bien y también a Gian, guarda las sartenes de la casa cuando él se enfade contigo, no hagas que llore.

-Ancel – el capitán negó con cabeza – No tienes por qué hacer todo esto.

-No me llames, así sabré que todo está bien, renuncia al apellido Hoffman y cásate con Gian, lo llevas deseando desde hace mucho tiempo, cuídalos por mí.

Amor en la guerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora