CAPITULO 53

23 4 0
                                    

Al terminar, Walter limpio con cuidado a Gian, el omega se quedó profundamente dormido, cuando empezó a masajearle la cadera y besar su vientre, al principio su compañero se reía ya que tenía cosquillas, pero termino rendido unos pocos segundos después.

-Has hecho un gran desastre, ladronzuelo...- vio una media sonrisa en el rostro del omega – Te quiero.

Volvió a vestir a Gian, con suma paciencia, al omega no le gustaba que nadie lo toque mientras dormía, se ganó varias patadas al intentar ponerle unos calzoncillos limpios, tuvo que enrollarlo en la sabana para poder vestirlo bien. Gian le gruño cuando toco su tripa de nuevo, Walter quería saber si podía sentir al bebé, apoyo su cabeza, pero solo escuchaba los ronquidos del pequeño dormilón.

-¿Hay un bebé aquí? – acarició su vientre con ternura, la piel de Gian era como terciopelo, Walter lo beso cerca del ombligo, haciendo que metiera la barriga – Garbancito ¿Cuidarías de papá si no estoy?

Salió del trance, cuando escucho que golpeaban la puerta con fuerza, comprobó que Gian seguiría durmiendo, golpearía a quien lo despertase en ese momento. Gian cubrió sus orejas con la almohada para que no le molestasen, Walter sonrió cuando vio que arrugo su frente. Despertar a su omega, significaba despertar a una pequeña bestia.

Al abrir la puerta se encontró con Jaziel, el alfa volvió a la base antes del accidente de Eugene, ahora estaba bastante cambiado, aun cubría algunas de sus heridas y su rostro se había transformado en un marco completamente oscuro. Jaziel se quedaría en Ylesa, hasta el regreso de Matheo, ahora no pertenecía a la brigada de su hermano.

-El señor Hoffman...- no le miraba a los ojos por miedo – Digo, su hermano pequeño – sonrió con timidez – Pide que vayas a verlo a su despacho, quiere enseñarte algo importante, no me ha dicho que es.

Jaziel intento mirar lo que había pasado dentro de la habitación, ya que podía oler las feromonas de un omega, Walter cerró la puerta poco a poco y después carraspeo su garganta para que siguiera contándole porque estaba allí. Jaziel se sonrojo al ver la mirada del alfa, no era su intención molestarlo.

-¿Te ha enviado a ti? – asintió – Que extraño, Ancel decía que prescindiría de ti.

-El capitán me pidió que lo llamará para que fuera a su despacho, también quería saber cómo se encontraba el cocinero – Walter entrecerró los ojos – Le informaron que escucharon ruidos extraños de la habitación, y estaba preocupado.

-Mi hermano preocupado por Gian...- se burló – Da igual lo que estuviera pasando en la habitación, el cocinero está bien, ahora está descansando, se encuentra indispuesto, podría decirle a su compañera Cindy, que no podrá preparar la cena.

Jaziel desapareció por el pasillo, después de asentir. Walter miro de nuevo hacía la habitación, Gian se había movido un poco para cubrirse de la luz que estaba entrando. Nadie entraría en la habitación, sin el permiso del omega, así que tan solo cerró la puerta.

-Ahora vuelvo, ladronzuelo.

Saludo a varios soldados, mientras caminaba hasta el despacho, algunos, los que eran alfas se quedaban observándolo demasiado tiempo, sabía que Gian lo había marcado de nuevo, siempre lo hacía cuando estaba enfadado con él, a Walter le daba igual, muchas veces había dejado que se vieran sus marcas para que supieran que tenía pareja, esta vez, la víctima fue su oreja derecha. Gian mordió con fuerza para castigarlo.

Delante de la puerta, se encontraba Wagner, el beta estaba saliendo del despacho, pudo escuchar la voz de su hermano del otro lado, el vice-capitán tenía que volver con el resto de la brigada para seguir con el entrenamiento.

Amor en la guerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora