CAPITULO 79

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La carta de las madres de Johann llego antes de lo que pensaban, Ancel esperaba al omega en su despacho, la había recogido por él, para que no tuviera que esperar. El capitán lucho para no abrir la carta, no quería que Johann se enfadará de nuevo con él, esa semana, habían tenido muchas peleas últimamente.

-La has abierto ¿no? – el alfa negó con la cabeza, mientras Johann le enseñaba la prueba que lo incriminaba - ¿Estás seguro? Los sobres nunca vienen abiertos, y este lo está, Ancel.

-Cuando me lo dieron ya estaba abierto – mintió, escondiendo un poco más la respuesta que le habían enviado a él – Lo digo de verdad, Johann.

-No mientas, Ancel – el capitán se mantuvo fiel a sus palabras, no iba a caer en la provocación de su omega – Dame lo que te has quedado de la carta, Ancel.

-Te estoy diciendo que yo no la he abierto, Johann – el omega se cruzó de brazos enfadado, enseñándole de nuevo la prueba – Estaba abierto, lo digo de verdad, no he visto nada.

Johann se sentó en el sofá, indignado, sabía que Ancel le estaba mintiendo de nuevo, al alfa se le daba bien engañar a los demás, pero no podía engañarlo a él, podía notar como le mentía por cómo le miraba, así que se negó a leer la carta, hasta que le diera lo que se había quedado.

-¿Por qué no la lees? Tienes que decirme si ellas saben algo de tu hermano, Johann – el omega negó con la cabeza - ¿Sigues enfadado por lo de anoche? Ya te pedí perdón, no pude contenerme y...

-No estoy enfadado por eso, Ancel...- el alfa se quedó callado unos segundos – Sé que me mientes, eres el primero en decir que no te gustan las mentiras y eres el primero que lo hace, no voy a leer la carta, hasta que me des lo que te has quedado.

-No tengo nada, Johann – el omega señalo el cajón con sus ojos y no le dijo nada – Aquí están mis cosas, no tengo nada tuyo ¿Desde cuando eres tan inseguro? Si tuviera algo, yo te lo daría sin problemas.

Johann dejó la carta sobre la mesa y apoyo sus pies en ella, sin dejar de mirar a Ancel, el capitán no sé iba a rendir tan rápido, no tenía que dejarlo ganar tan fácilmente. El omega cruzo sus brazos y se mostró decepcionado.

-Ancel, dame lo que había dentro del sobre...- el alfa lo ignoro – Con que esas tenemos ¿no? Estás seguro de que quieres jugar.

-No estoy jugando, solo quiero que leas la carta, no es muy complicado ¿verdad? o ¿Acaso quieres que la lea yo? – Johann dejó que sus feromonas rozaran la nariz del alfa, pero no eran tan dulces como de costumbre – Tuve que ver lo que había dentro, por eso la abrí, era bastante sospechosa – lo miro de reojo.

-No te creo... - el alfa chasqueo su lengua molesto – Tus feromonas dicen algo diferente, Ancel, dime la verdad, puedo ver cómo estás sudando y hoy no hace calor.

-Quería protegerte, ya sabes que Johnson quiere atacarnos, no voy a dejar que te haga daño... - el omega suspiro cansado – Pensaba que era una trampa, no vi nada, Johann.

-No metas a Johnson en esto ¿Cómo la puede enviar él? – le enseño el sello de Econa, que se encontraba en grande – Anja y Norma Simons, son los nombres de mis madres y aquí está la dirección de mi casa ¿Cómo lo va a enviar él?

-Sabe mentir muy bien, Johann...

-No tan bien como tú ¿verdad? Ancel – el capitán negó con la cabeza – Si no me dices la verdad, dejaremos de tener sexo durante un mes.

-¿Cómo? ¿Por qué? ¿Yo que he hecho? – Ancel se calló antes de continuar con las preguntas, Johann había tocado un punto sensible entre los dos – Digo ¿Por qué me tienes que tratar así? Solo quería protegerte.

Amor en la guerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora