PREFACIO

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El aire estaba lleno de pólvora y polvo, no sé podía ver nada de lo que tenían delante, el miedo estaba presente en todos lados, los gritos eran amortiguados por el estruendo de las bombas, caían por todos lados, nadie estaba a salvo.

Muchos perdieron la esperanza de salir de allí, así que se resignaban a ver como su vida estaba a punto de terminar, no tenían fuerzas ni para ir a refugiarse, sus rostros se convirtieron en lo que la guerra les enseño. Cuerpos sin alma, que seguían respirando porque tenían miedo a morir, esa era su única escapatoria.

Ancel veía a su compañero, él lo había seguido desde el principio, su querido Wagner reía con desesperación, mientras lloraba, tenía una herida en la pierna, si vivía después de ese día, seguramente se quedaría cojo. Estaba tan asustado que apenas podía moverse, no sentía dolor, el miedo recorría su cuerpo.

-Capitán...- una lágrima cayó por su mejilla, creando un camino por su rostro – ¡Quiero morir! Ya no nos queda nada ¿Por qué seguimos aquí?

-Por nuestros compañeros, señor Frey...- estaban uno enfrente del otro, podían verse claramente – Luchamos por ellos.

-¡Están muertos! Capitán, ellos ya no están aquí...- eso ya lo sabía, lo había visto con sus propios ojos - ¿Por qué no vamos con ellos? ¿Para qué sirve todo esto? Estamos acabados, por favor...

-Ellos también lucharon a nuestro lado, se lo debemos, señor Frey...- el beta se resignó a asentir – Ellos también lucharían por nosotros, debemos...

-Yo no creo en nada de eso, señor...- le costaba respirar, solo quería que llegará el final – No nos pueden ver, no están a nuestro lado, ellos han muerto.

-Piensa en sus familias, Wagner, cuando todo terminen por fin podrán darles un final...- Ancel sostenía una imagen en su mano, fue la primera que se tomaron como equipo – Él estaría aquí, con nosotros, como lo ha estado siempre.

Wagner se intentó ocultar cuando una bomba cayó cerca de ellos, él no podría escapar, su cuerpo ya no le respondía, Ancel no quería separarse de su lado, quería seguir a su lado hasta el final, se lo había prometido.

-¡VETE! – grito el beta, quería que lo escuchará - ¡Huye! Ancel... - no iba a dejarlo solo – Yo ya no puedo luchar a tu lado, capitán, por favor... ¡Huye!

-No puedo...- guardo la imagen en su bolsillo e intento cargar a Wagner – No quiero.

-¡CAPITÁN! Sálvate, ve a buscarlo – forcejeo con él, para que lo soltará, no podrían escapar los dos juntos, esa vez – Yo ya no sirvo, me gustó mucho estar a su lado todo este tiempo.

Wagner empujo a Ancel cuando llegaron a la puerta, cerrando la puerta con fuerza, desde dentro de la cabaña le gritaba a su compañero que huyera, él intento abrir la puerta de nuevo, el beta sujetaba el pomo con fuerza apoyando su cuerpo contra la puerta, Ancel siempre había tenido más fuerza que él.

-Abre, Wagner, es una orden...- el beta comenzó a reírse, incluso en esa situación se permitía darle ordenes – Si no abres la puerta...

-Capitán, vete, ya no puedes hacer nada por mí – el alfa miro al cielo una aire negro lo rodeaba - ¡Adiós, hermano Hoffman!

Ancel comenzó a correr sin mirar atrás, si lo había volvería a por él, cuando estaba unos metros más alejado de la cabaña escucho un fuerte estruendo, que le paralizo todo el cuerpo, al darse la vuelta, el refugio que había compartido con su último compañero estaba en llamas.

-¡WAGNER! – grito con todas sus fuerzas, cayendo de rodillas, las lágrimas brotaron de sus ojos era la primera vez que lloraba desde que estaba en esa situación - ¡AHHH! – su garganta se desgarro, llamaba a su compañero quería volverlo a ver, pero ya era demasiado tarde.

Amor en la guerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora