CAPITULO 41

35 13 0
                                    

Tomaron toda la precaución necesario antes de poder entrar a la carnecería, no estaban seguros si Johnson los atacarían, así que andaban con pies de plomos. Ancel les proporciono diferentes tipos de armas para que se protegiera por si había un ataque. Johann no quiso mirar de nuevo al capitán, después de la explicación, incumpliendo una de sus órdenes, se negó en ir con él cuando se separaron.

-No sé qué te pasa con Ancel – hablo el vice-capitán que caminaba al frente – Pero espero que no interceda en la misión, en el bar, se os veía muy unidos.

-Solo estaba siguiendo un papel, el capitán tan solo es mi superior, no siente otra cosa que no sea respeto, señor Frey – el beta asintió y siguió caminando.

Tuvieron que bajar unas escaleras, que daban al sótano, o eso esperaban, apenas podían ver nada, ya que temían ser descubiertos si prendían la luz. Pisaban con sumo cuidado cada escalón, Johann miraba hacia atrás cada segundo, para no sufrir un ataque sorpresa, mientras Wagner lo guiaba por el lugar, el vice-capitán estaba tan perdido como él.

-Huele extraño aquí, señor Frey – el omega se cubrió la nariz con un pañuelo y siguió caminando – Es como si algo se estuviera pudriendo.

-Simons, estamos en una antigua carnicería, es normal que huela así – Johann no pensaba igual, el olor era demasiado fuerte como para ser de hace años – Puede que hayan ratas muertas por el lugar.

-Mi compañero nos avisó que había cuerpos colgados en techo – le recordó – No creo que eso sea una rata gigante, señor Frey.

Le señalo el techo, había manchas y había algo goteando. Johann paso su dedo sobre lo que le había caído en el hombro, enseñándole el dedo, estaba seguro de que era sangre, no hacía falta probarlo, Wagner se detuvo para comprobar el techo, enfocando la linterna donde señalaba su compañero.

-Estamos yendo por el camino equivocado, los cuerpos no están en el sótano, señor Frey – el beta no le contesto – Tenemos que avisar a los demás sobre lo que hemos encontrado.

-Ancel está revisando la primera planta, nosotros debemos quedarnos aquí, el localizar indica que nos estamos acercando a Marx.

Johann miro el techo por última vez, preguntándose cuantas personas habían matado para que goteara sangre de ese lugar, algo que a Wagner no parecía importarle nada. No hizo caso a ninguna de las propuestas de su compañero, de volver a subir.

Por el lugar que estaba yendo, estaba seguro que no se encontraba nada, no podía oler las feromonas de ningún alfa u omega en el sótano ¿Pero cómo le podría decir eso? Se resignó a seguirlo por aquellas ruidosas escaleras, sin decir ni una palabra más. Hasta que se toparon que una gran puerta, cuando intentaron abrirla no pudieron, era como si algo la estuviera obstruyendo.

-Sujeta esto y enfoca la puerta con la luz, Simons – le ordeno – No te muevas de ahí, voy a forzar la puerta, no hay tiempo para buscar la puerta – el omega asintió – Avísame si nota algo extraño.

El vice-capitán se estampo varias veces contra la puerta, sin conseguir que se moviera ni un solo centímetro, se masajeo el hombro adolorido pensado en la manera de abrirla, sin hacerse tanto daño. Por más que se lanzara contra ella era imposible abrirla, había algo lo bastante grande para impedir que se moviera de ninguna manera posible.

-Puede que haya un armario al otro lado, o tal vez otra pared...- pensó Johann – En Econa no era extraño, muchas casa cuentan con puertas que no sé pueden abrir.

-¿Para qué querían una puerta que no se puede abrir? Simons – el omega se encogió de hombros – Es absurdo poner una pared detrás de una puerta.

Amor en la guerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora