CAPITULO 5

86 26 0
                                    

Johann miro con desconfianza a Ancel, él se estaba empezando a impacientar porque no le estaba haciendo caso, le volvió a dar la misma norma de nuevo, pero no se movía, incluso vio cómo se acercaba poco a poco a la puerta, para intentar escapar de ahí.

-Te he dicho que te quites la camisa, señor Simons...- lo miro de reojo, estaba de espaldas a él, para hacer ver que no le importaba lo que estaba haciendo, sin ver resultados - ¿Cómo lo debo decir para que me entiendas?

-¿Me vas a volver a golpear? Capitán...- le pregunto al fin, algo nervioso, no estaba recuperado y no sabía cuánto podría soportar - ¿Por qué debo quitarme la camisa?

-Solo hazlo, señor Simons...- su voz estaba empezando a sonar enfadada – Por favor – comenzó a juguetear con el botecito que llevaba en las manos – No le haré nada, señor Simons.

Sonrió cuando vio que Johann le hizo caso, pero cuando fue a acercarse a él, este lo esquivo y lo miro con indiferencia, Ancel agacho la cabeza avergonzado y dio un paso hacia atrás. Johann cubría su cuerpo con la camisa, no quería que lo viera.

-Puede acostarse en ese sofá, señor Simons - su intención era sonar agradable, aunque no le consiguió del todo – De espalda, para...

-Entonces ¿sí que me va a golpear? – el alfa negó con la cabeza nervioso - ¿Por qué me tengo que sentar boca abajo?

-Anoche me pude dar cuenta de cuan cabezota podía ser, cuando defendió al señor Cohem, pero no recordaba que lo fuera tanto, puede hacer lo que le estoy pidiendo – le enseño lo que tenía en su mano para tranquilizarlo – No es nada malo, lo tome prestado de la enfermería...

-¿Lo robo? – Ancel se estaba impacientando – Eso no está bien, capitán, no puede llevarse cosas que no son suyas.

-Lo tome prestado ¿no me has escuchado? – Johann lo miro divertido – Acuéstese en el sofá, sé que no ha ido a la enfermería, le pregunte a la señorita Naomi, ella me lo dio...

-¿Está seguro? No la habrá amenazado, para poder llevárselo, capitán.

Ancel cruzo sus brazos, no quería mostrarse enfadado, pero lo estaba, Johann se estaba burlando de la cara que estaba haciendo en ese momento, su paciencia se estaba yendo poco a poco, estaba a punto de rendirse y dejar a ese hombre solo, no debía preocuparse por él. No había servido de nada la discusión con su abuelo.

Johann se acostó cuando vio la mueca que hacía el alfa, contuvo su risa cuando inflo sus mejillas, allí no se veía tan terrorífico como creían que eran. Ancel espero a que se acomodara para acercarse a él, no estaba muy convencido. Johann se asustó bastante cuando se subió encima de él.

-¿Qué hace? – no le contesto y acercó el carrito que estaba detrás de él – No tiene que subirse, capitán.

-No quiero que se escape, creo que estamos bien así, señor Simons...- mojo uno de los algodones con el suero para desinfectar la herida – No se mueva, seré rápido – Johann no le hizo caso – Con el señor Frey, no se comportó así.

-Eres demasiado bruto – Ancel dejo caer, sin caer una gota del suelo sobre uno de los cortes - ¡Duele! Está intentando matarme – se movía para intentar tirarlo al suelo - ¡Ay!

-Si no te movieras, sería más fácil, señor Simons...- puso sus manos sobre sus hombros – Estate quieto, así no le dolerá – Johann no le hacía mucho caso – Señor Simons, no puedo curarlo si sigue así, no es para tanto.

-Es raro, capitán – le replico – Si alguien entra y lo ve encima de mí ¿Qué pasará? ¿Cómo va a explicar esto?

-Estaba curando su herida, no es nada raro, señor Simons – el alfa estaba concentrando limpiando los cortos que estaban más cerca de su cadera – Si se mueve así, le haré más daño, no me deja...

Amor en la guerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora