CAPITULO 77

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El mensaje que envió supuestamente Karl, no llevaba a ningún sitio, por más que lo escuchará, Walter no entendía cuál era la pista, al final concluyo su pequeña investigación diciendo que era simplemente un audio normal. Pero aún le molestaba, de cierto modo, que Karl hubiera dicho su nombre.

-¿Qué pasa? – el alfa había detenido en seco el masaje de Gian – Aún queda crema, Walter.

-Mi amor ¿crees que el mensaje que envió mi abuelo sea importante? – el omega no sabía que responderle – No lo entiendo, y mi hermano dice que no es tan importante.

-Creo que le deberías hacer caso a tu hermano, él sabrá mucho ¿no? – dudo, no creía que Ancel fuera muy inteligente, podía engañarlo con facilidad cuando se lo proponía - Tu hermano dice que ya no puedes acercarte al despacho, hasta que nazca garbancito – le recordó – Tampoco puedes ir a entrenar, se veía muy serio cuando hablaba contigo, lo digo enserio.

Walter comenzó a reírse, molestado a Gian. El omega se quejó de nuevo para que continuara con el masaje. Ha veces, no entendía lo que le decía Walter, cuando le hablo del mensaje, él termino confuso, se cansó de escuchar palabras extrañas y se durmió, el alfa no sé quejó, simplemente lo arropo para que estuviera cómodo.

-¿Conoces a mi abuelo? – el omega asintió - ¿Y a mi hermana? – a Gian no le caía muy bien la omega – Ella me pregunta cuándo va a nacer el bebé, quiere estar aquí para verlo.

-No me gustaría que hubiera mucha gente, Walter – le advirtió – Ya oíste a la señorita Naomi y a Johann, si hay muchas personas a mi alrededor ese día, el bebé se estresará y no querrá nacer.

-¿No te gusta Editha? – se burló, mientras Gian inflaba sus mejillas – Puede parecer muy sería, pero no lo es, solo que ahora está un poco estresada por todo lo que está pasando.

Gian se acostó en la cama sin contestarle, Walter fue a limpiarse las manos, últimamente necesitaba mucha crema para la barriga del omega, que se quejaba de que no estaba demasiado hidratada. Gian se quejaba mucho esos días.

Walter apoyaba su mano sobre el vientre de Gian para sentir al bebé, su compañero decía que así se tranquilizaba y no le daba tantas patadas cuando estaba dormido. Garbancito engañaba a Walter siempre, Gian le decía que era un bebé inquieto que no paraba de moverse, pero cuando estaba a su lado, él se tranquilizaba y parecía estar siempre dormido. Incluso le tuvo que pedir a Johann que colaborara la información, ya que el alfa no se lo creía.

-Bebé ¿Estás dormido? – sonrió – Si estás despierto, da una pequeña patada en mi mano, quiero hablar contigo de algo importante – el bebé le hizo caso a la primera – Papá aún no sabe que nombre ponerte, dice que te llamará garbancito por siempre, debemos pensar uno ¿verdad? – le dio otra patada – Le pregunte a los chicos y a la señorita Naomi para que me ayudarán a elegir un nombre para ti, ayúdame por favor.

Walter le decía la larga de nombres, poco a poco, para que pudiera escucharlos, por el momento, el bebé no se había movido, ninguno le gustaba, o eso pensaba el alfa. El cual repetía de vez en cuando los nombres que le gustaban a él.

-Leo...- el bebé se movió pero no le dio ninguna patada - ¿Te gusta Leo? – sonrió de nuevo, al fin había encontrado uno en el que estaban de acuerdo – A mí también me gusta, garbancito ¿prefieres que te llame Leo o Leone? – el bebé se movió de nuevo – Ahora vamos a elegir, da una patada si quieres que te llamemos Leo – garbancito se detuvo – Entonces ¿prefieres que te llamamos Leone? – Walter se rio cuando le contesto – Se lo diremos a papá cuando despierte.

Walter cubrió de nuevo a Gian, el omega había la habilidad de destaparse todo el tiempo, diciendo que le molestaba las sabanas. Las cambiaron varias veces, pero el omega seguía quejándose, al final Walter se rindió y comenzó a cubrirlo cada vez que lo necesitaba, no quería que se resfriara.

Amor en la guerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora