CAPITULO 73

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Los soldados activos en Ylesa, fueron llamados a Iaberg, un pequeño pueblo apartado de la capital. Muchos de sus habitantes han fallecido a causa de la explosión que hubo hace unos días, otros están completamente desorientas e idos. Los soldados que fueron enviados el primer día pidieron refuerzos, ya que muchos de ellos se lanzaban por el peñasco que hacía famoso a Iaberg, sus cuerpos eran encontrados a los pocos días.

La mayoría afirmaban que alguien les pedía que fueran allí, para ser libres y no podían resistirse a aquella llamada. También se vieron afectados algunos de los soldados que fueron a ayudarlos, los más cuerdos decidieron amarrar a los que se estaban volviendo locos, no querían más muertes en el peñasco de Iaberg.

-Walter ¿Crees que es obra de Johnson? – el alfa asintió, estaba sentado en el sillón despacho, con los brazos cruzados - ¿Cómo puedes estar tan seguro?

-Creo que lo que paso en el sótano también es culpa de él, pero no consiguió lo que quería – Ancel no dijo nada – Nils encontró la manera de ralentizar los síntomas, e incluso consiguió que algunos recuperaran la vista de nuevo, por eso ahora quiere hacer algo más grande.

-Pero Iaberg no pertenece a ninguna base importante, es un pueblo, todos sus habitantes son civiles ¿Por qué ha querido atacar ese lugar? – el alfa se encogió de hombros – No lo veo lógica al ataque ¿Quiere matar a todo el mundo?

-O quedarse con los más fuertes, recuerda que muchos no sé vieron afectados y los enviaron a Drasalla... - el capitán suspiro cansado – Editha ha pedido que observen a los cuerdos de Iaberg, por si acaso.

Wagner estaba escuchando la conversación de los hermanos con atención, sin decir nada, el vice-capitán esperaba que le dieran turno para hablar, pero ambos alfas estaban inversos en sus propias hipótesis.

-Dicen que han un polvo rojo en el aire, parecido al que encontraron en el sótano – se atrevió a decir – Pero ninguno de los habitantes perdió la vista a causa de eso, murieron.

-¿Nils encontró algo sobre ese polvo? – negó con la cabeza – No entiendo a Johnson ¿para que se llevó al abuelo y al tío? Tenía la intención de matar a todos los soldados.

-Iaberg no tiene soldados – le recordó Ancel – Es el único lugar que no tiene soldados, aunque algunos de sus hombres más jóvenes, se han enlistado en diferentes base, pero como tal, Iaberg no tiene ninguna base, nunca a tenido ningún problema tan grave como este.

Volvieron con el resto de la brigada al terminar la conversación, no sacaron nada en claro, sobre el polvo rojo en Iaberg, pero los tres estaban seguros de que Johnson era el culpable, o tal vez, alguno de sus hombres tenían algo que ver.

-¿Cómo está mi cuñado? – Ancel hacía días que no podía verlo – Johann dice que se ha vuelto más exigente desde tu llegada, no estarás volviéndolo otra vez mimado ¿verdad?

-Tengo que cuidar de mi hermoso Gian y garbancito, no sé ha vuelto tan mimado, tan solo está atravesando un momento difícil ahora – el capitán carraspeo la garganta para no reírse – Su barriga es más grande y apenas puede caminar, solo le queda un mes para tener al bebé, tengo que cuidarlo ¿no?

-Mejor dicho, lo consientes mucho – Walter lo ignoro – No tienes que hacer eso, Walter, si no se volverán los dos malcriados.

-Haré lo que vea conveniente con Gian y mi bebé – refunfuño, no le gustaba que llamaran malcriado o mimado a su omega – Yo no te digo como debes tratar a tu omega.

-¿Alguna queja sobre Johann? – el alfa no le respondió, aunque se alejó un poco de él – Él al menos no es un malcriado, yo lo mantengo sereno, es mucho más serio y sensato que tu omega.

Amor en la guerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora