CAPITULO 32

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-Te llevaré a Wanda...- Johann no entendía porque le estaba diciendo eso – Pero primero tendremos que disfrazarnos, será demasiado complicado explicar que hacíamos allí.

-No dijiste que estaba prohibido, visitar a...

-No digas su nombre aquí, Johann...- sonrió y sostuvo su brazo con fuerza – Siento que mi hermana no me está contando toda la verdad.

Ancel empujo a Johann a uno de los callejones que había en el lugar, el omega corría detrás del capitán, sin comprender lo que estaba pasando, fue él quien dijo que no podrían visitar a Jaziel y que se olvidarán de él. Pero ahora...

-¿Qué ocurrirá si nos descubren? – Johann se detuvo, para observar a Ancel – No estamos aquí para eso, capitán.

-Eres una de las personas en la que más confía ese hombre, tal vez te cuente lo que paso de verdad – las paredes se estrechaban a medida que iban caminando – Si nos encuentran, tendremos que correr ¿no?

-Estás loco, capitán.

Salieron a una calle menos transcurrida, Johann se sorprendió al ver aquel cambio, en la otra calle había luces y fiesta por todos lados, pero en la que se encontraban ahora, parecía desierta. No pudo comprobar porque ocurría, seguía siendo arrastrado por el alfa, que sonreía cada vez más.

Ancel lo llevo a una pequeña tienda, en la cual no había nadie, pero estaba abierta. Se alarmo cuando el capitán comenzó a desvestirse en aquel lugar.

-Ya me has visto desnudo, Johann, no es nada nuevo...- el omega no le contesto – También tienes que cambiarte, saben cómo vamos vestidos.

-¿Cómo piensas entrar en el hospital?

-No lo he pensado aún, lo veré cuando lleguemos allí, no debes preocuparte por nada.

-Será mejor que avise a alguien, capitán...

-Eres el que más me molesta con que quiere saber cómo está su amigo y ahora te niegas a ir, no te comprendo.

-Se lo que ocurre cuando no cumples con las normas, capitán.

-Yo también...

Johann se escondió detrás de una pared para cambiarse, escuchando las risas del capitán, el alfa ya se había cambiado mientras hablaba con él, por fin se había quitado aquel extraño mostacho que se puso cuando llego. El omega no sabía lo que había escogido, solo siguió las instrucciones del alfa.

-¿Falta mucho? – Johann se quejó ante las prisas – Las horas de visitas están a punto de acabar, no podremos ver a tu amigo, Johann.

-No me de prisa, no sé cómo se pone esto...- el omega estaba batallando para ponerse la parte de arriba - ¿Qué me has dado?

Ancel lo miro ocultando su rostro con la mano, Johann se estaba intentando poner un corsé de mujer bastante pequeño para él, recibió una mirada de desprecio cuando el omega lo vio burlándose de él, al terminar de burlarse le llevo una prenda más fácil de poner. Johann golpeo sin querer la nuca del alfa cuando paso por su lado, este se rasco la nuca y sonrió, era la primera vez que lo golpeaba sin tener miedo.

-Sería para un omega con menos músculos...- seguía burlándose – Los vestidos no te quedan muy bien, querido Simons.

-Cállate...- sus mejillas seguían rojas – Lo hiciste aposta, usted se puso ropas más cómodas y me dio el vestido para mí.

-Es lo primero que cogí, no mire bien lo que era, Johann...- el omega inflo sus mejillas – A la próxima buscaré un vestido más grande para usted.

-Lo mataré antes de lo que lo haga.

Amor en la guerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora