CAPITULO 64

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-La última vez que vieron al mayor Hoffman fue en Oitburgh...- les aviso Jaziel, el alfa les estaba hablando desde el intercomunicador del sótano – Iba acompañado por vuestro tío, el señor Faust.

Ancel se froto los ojos, estaba cansado de ver las imagines en la pantalla, Jaziel seguía hablando sin darse cuenta del cansancio de su capitán.

-No han visto a Johnson por ningún lado, pero sabemos que no están solos... - le envió un par de imagines a su pantalla – Capitán, como usted puede ver, el mayor mira hacía ambos lados de la antigua base de Oitburgh antes de entrar, mientras el señor Faust vigila su espalda.

-No habéis enviado a nadie allí – hablo irritado –Dijimos que enviaremos a varios hombres a por ellos cuando los encontráramos.

-Ninguno de los dos está en Oitburgh, ahora – Ancel suspiro enfadado – Fueron varios hombres que se encontraban en Nadina para buscarlos, pero no los encontraron.

-Entonces, para que me llamas a estas horas, Cohem – la voz del alfa tembló – Quiero saber dónde está mi abuelo, en este momento, no hace unos días.

Jaziel tardo en contestar, el alfa comenzó a juguetear con sus manos, dando pequeños golpes con sus uñas sobre la mesa del escritorio a esperas de una respuesta de su parte, le ponía nervioso el silencio que había entre los dos, pero este se mantenía callado.

-El señor Faust dejo una nota en uno de los ordenadores activos de la base...- Ancel ergio su espalda para escucharlo mejor – Lo envió a varios ordenadores de la base aquí en Ylesa, los archivos están desordenados y algunos tienen códigos que no hemos podido descifrar aun.

-¿No contáis con suficientes recursos en el sótano? Cohem – el alfa no le contesto – Vas a tardar tanto en contestar mis preguntas, me aburre esperar.

-Capitán, creo que vuestro hermano y usted mismo, debería bajar a ver las imagines que nos envió el señor Faust – Ancel chasqueo su lengua – En uno de los archivos está escrito de Helmut Hoffman.

Ancel le pidió a Wagner que dirigiera el entrenamiento, mientras iba al sótano con Walter, Jaziel no quería seguir hablando por el intercomunicador de algo importante, además necesitaba el permiso de los dos para poder abrir el archivo.

-Espero que no sea una tontería, como la última vez, le estaba haciendo un masaje a Gian – Ancel ignoro a su hermano – Su vientre está más suave ¿lo sabias? Pero ahora tiene miedo a que le salgas estrías, le dije que seguiría estando igual de hermoso con ellas y me golpeo con uno de sus peluches – se quejó – Después me envió a la enfermería a por su crema, porque le dolían los pies y no quería caminar, desde que tiene a garbancito se ha vuelto más exigente, no te recomiendo ser padre ahora, es agotador...

Walter se quedó en silencio, cuando vio los ojos de su hermano, estaba enfadado y no sabía porque. A él no le importaba ver ese archivo ahora, o dentro de unos días, le molesto demasiado que lo llamaran mientras cuidaba de su omega y quería que su hermano lo supiera.

-Tú y Simons ¿Estáis pensado en ser padres? – Ancel le gruño – Te despertaste con mal pie, hermanito, solo me preocupaba por ti.

-Ni siquiera he dormido hoy...- Walter asintió – No tienes que contarme todo el tiempo lo que haces con él cocinero.

-Gian es mi omega, quiero hablar de él – el capitán cruzo sus brazos – Pero ahora no puedo, por el gruñón de mi hermano pequeño.

-Walter ¿Sabes en lo que estamos metidos ahora? – el alfa asintió, no paraba de repetírselo todo el tiempo, era como un disco rayado – Tu abuelo y tu tío están desaparecidos, por culpa nuestra, deja de pensar en el dichoso bebé.

Amor en la guerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora