CAPITULO 111

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La base ya no era un buen refugio para los soldados de Ylesa, Johnson decidió atacarla, directamente para provocar a los hermanos Hoffman. Según sus palabras que hacer que los conejos salieran de su madriguera. Por suerte, ningún soldado murió en el proceso, aunque varios salieron heridos.

Ancel formar un pequeño escuadrón que informara de los movimientos de Johnson y atacará, si era necesario, mientras junto a Walter, llevaban a los soldados heridos a Pora. Si Johnson decidía tocar aquel lugar, habría perdido ya que Pora no participaba en aquella guerra. Nils tuvo que formar a jóvenes enfermeros y enfermeras, en poco tiempo, para que pudieran ayudar.

Muchos de los civiles de Drasalla y Iaberg se negaban a abandonar sus casas, aunque la capital hubiese sido uno de los lugares que más daños había recibido. Johnson se escondía en Iaberg, junto a él, se encontraba Editha, la cual tuvo que huir de su casa cuando se enteraron que era una de las ayudantes de Johnson. Los civiles intentaron atentar contra su vida en varias ocasiones, pudo escapar por los pelos, con la ayuda de sus hermanos, que se negaron al ataque. Walter aún se preguntaba porque Ancel había decidido ayudarla, si estaba en su contra, ambos hermanos tuvieron una fuerte discusión cuando ocurrió.

-No te lo va a agradecer – Ancel hizo oídos sordos – Sé que me escuchas, Ancel, debiste dejar que...

-Es nuestra hermana... - Walter rugió de rabia, ella era una de las causante de la guerra – Hubiera...

-Nos hubiera lanzado a los tiburones, si hubiera podido, Ancel – el alfa no le respondió – Por el amor de Dios, nuestro abuelo no hubiese querido esto, pero él no hubiera protegido como un idiota, debiste dejar que al menos le dieran un escarmiento, para que viera que no...

-Walter, necesito que estés alerta a cualquier ataque... - su hermano se sentó en el suelo, cansado de Ancel – Llevo varios días sin saber de Wagner, él se fue con los chicos a buscar heridos y no han vuelto.

-Udreka tiene varios lugares para esconderse, a lo mejor están esperando a que este loco termine con su ronda de disparos ¿no? – Walter apoyo su mano sobre el hombro de Ancel – Algo estaremos haciendo mal, por más que ataquemos, ese loco siempre consigue lo que quiere.

Ancel escuchaba las quejas de su hermano, mientras vigilaba que no los atacaran. Decidieron ir a buscar a Wagner sin avisar a sus demás compañeros y terminaron entrando en un lugar peligroso para ellos. Ancel pensaba que esconderse en la Cueva del lobo era buena idea, no pensó que Johnson hubiese pensado lo mismo antes.

-Deja de gritar como un idiota, Walter – el alfa cruzó los brazos enfadado, su hermano siempre hacía lo que quería – Si nos escuchan estaremos en peligro, cállate.

Ancel observaba con sus prismáticos, el movimiento de los soldados de Johnson en el otro lado, desde lejos no podía ver lo que estaban protegiendo. Habían al menos seis hombres delante del hueco de la cueva, dos de ellos estaban dentro, mientras los otros cuatros paseaban por el alrededor algo nerviosos.

-Los atacamos, y ya está Ancel – el alfa negó con la cabeza – Si los matamos, son seis hombres menos, ósea seis problemas menos, ellos no saben que estamos aquí.

-Son unos niños, Walter – el alfa lo llamó aburrido – Al menos cuatro de ellos van armados, estamos en desventaja.

-Puede que uno de ellos haya tocado el cuerpo de tu omega – Walter lo miro con picardía, quería provocarlo, y moverse de aquel lugar, tenía los pies entumecidos de estar sentado tanto tiempo – Podrías vengarte.

-No metas a Johann en esto, Walter... - su hermano lo imito – Son unos críos, no vamos a matarlos, tal vez podemos asustarlos o algo parecido.

-¿Desde cuando eres tan blando? – Ancel no le respondió – Piensa que cada uno de los soldados de Johnson han tocado el cuerpo de tu omega de maneras demasiado traumáticas para él.

Amor en la guerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora