Intentos Infinitos "2"

52. Tu dices hola, yo digo adiós.

Tras haber levantado a Leonora de su asiento, mi cabeza daba vueltas intentando entender qué ocurría. ¿Un terremoto? No, está parte de karris no es zona sísmica, y antes de cada temblor se escucha un poderoso impacto de algo golpeando contra la mansión.

¿Magia? No, ¿un ariete? No, eso no causaría un temblor y un ruido tan brutal, ¿Una catapulta? Pensé justo en el momento en que un guardia entró a la habitación para confirmar mis sospechas, a la par que segundos después una inmensa roca entraba volando por la pared, e impacta contra el guardia que había llegado a dar el aviso.

Saltando hacía atrás, deje a Leonora en el suelo, y está fue corriendo al enorme agujero en la pared. ¿Quién está tan loco como para atacar con una maldita catapulta la mansión de un barón? Un conde que es una basura…

Me respondí a mi mismo mientras salía corriendo por la puerta.

Orden de prioridades…

¿Leonora? Puede cuidarse sola y sabe qué hacer en una emergencia. Es posible que se traiga a Calibrocha consigo, por lo que debo llamar la atención en la parte delantera. Sé que existe una entrada de servicio que da al patio, por lo que debo evitar que la mayor cantidad de gente vaya ahí.

¿La gente de la mansión? No puedo hacer nada por ellos, salvó detener la catapulta, y dispersar a los soldados. No sé qué pretende ese loco al reventar la mansión, ¿Vendrá sólo por Leonora y Calibrocha? ¿O tendrá otros motivos? No sé y no es importante ahora.

¿Lucius? Nada de esto va a terminar hasta que el bastardo muera, es por eso que debo matarlo aquí y ahora.

Corriendo por el pasillo que daba a la puerta principal, a lo lejos pude ver cómo el personal de la mansión que intentaba huir despavorida era retenida por una veintena de soldados de Lucius, mirando a uno fijamente, el seguro que me impedía usar el carbonizar seguía puesto, es por eso que maldiciendo a Leonora, apunto de llegar a la escalera que daba al recibidor, tomé los trozos de un jarrón que se había roto por las sacudidas, y me hice un corte en la palma.

— ¡¡eyy tú!!

Escuché gritar a los soldados de debajo de la escalera.

— ni se ocurra correr, será mejor que vengas con calma.

Ocultando el trozo de cerámica rota en mi puño, baje la escalera en silencio, y observé que debían haber alrededor de 30 empleados de mansión arrodillados con las manos en la cabeza, por su parte, pude contar 15 soldados, todos un poco apartados el uno del otro, para poder contener a la gente.

— de rodillas niño bonito.

Soltó un tipo que debía medir dos metros y pesar más de 100 kilos, es por eso que parándome frente a él, me puse a esperar.

— te he dicho algo, ¡Rápido al suelo!

Mirando a mi alrededor, todos los soldados nos veían, y nunca podría desarmar a tantos hombres solo. Es por eso que lo que voy a hacer es una apuesta, dos cosas tienen que ocurrir exactamente como necesito, y de no hacerlo estoy acabando.

Levantando su enorme mano, el gigante gritó.

— ¡Estás sordo! ¡Te dije al suelo!

Apunto de darme un manotazo, una nueva pedrada impactó contra la mansión, haciendo tambalear los cimientos mismos, y aprovechando ese momento que tanto había esperado, dónde el gigante casi pierde el equilibrio, clave el trozo de cerámica en una parte de su armadura donde solo había tela.

Tras el ataque, yo di un salto hacia atrás y  el gigante desenvainó su espada, estaba por lanzar un tajo cuando sus venas se empezaron a hinchar, y casi que empezó a sangrar por cada poro.