Desde mi limitado foco de visión, unas altas murallas pintadas de un inmaculado blanco aparecían en el horizonte. En cada tramo, una torre de vigilancia con un inmenso brasero podía ser visto, y guardias fuertemente armados hacían rondas constantes.
Con cada minuto que pasaba, la gran ciudad fortaleza de la Santa Sede, se mostraba en toda su ostentosidad y toda su gloria. Y yo solo solo podía suspirar y preguntarme quién fue el genio al que se le ocurrió que la capital del mundo religioso del reino sea también tal monstruo armamentista.
A veces me da la impresión que este mundo está hecho especialmente para hacerme las cosas difíciles, pero tampoco soy tan ególatra como para creer que todo gira a mi alrededor.
A lo lejos podía ver una fila de caravanas y carromatos esperando su turno para entrar a la ciudad, junto con un número menor de estos mismos saliendo. Y aunque no era visible, sabía que en la parte opuesta de la muralla había otra puerta, con una entrada menos congestionada donde los elegantes carruajes de la nobleza podía pasar sin mucha inspección siempre y cuando tuvieran una carta sellada por un alto cargo de la iglesia para respaldarlos. Sin embargo la comitiva donde viajaba ignoró ambas puertas y se dirigió a una tercera, una más pequeña y menos elegante, pero por mucho la más vigilada ya que en esta daba una entrada a la Suma catedral de los dioses. Esta era la yentrada exclusiva para la inquisición y los miembros de las otras diez legiones.
Habiendo llegado frente a la gran puerta, está y los guardias que la vigilaban no se movieron un solo milímetro, fue en ese momento que el inquisidor y su caballo se adelantaron, este se quitó una insignia de plata que adornaba su armadura y la levantó a lo alto. Con este movimiento una destello de luz iluminó la insignia y la puerta comenzó a hacer a levantarse.
Siendo una bebé que a duras penas puede controlar su ciclo de sueño, me encontraba frente al que por mucho era el sitio más peligroso que conocía. Había llegado al lugar más religioso del reino, y la cuna de la cacería de la bruja.
Frente a mí estaba la boca del lobo, y estaba a pocos instantes de penetrar en sus fauces, ahora es el momento de ver si este me devora, o soy lo suficientemente hábil para apuñalarlo desde dentro.
Bien, intentar sonar épica definitivamente ayuda con los nervios, al menos es algo con lo que me quedó.
Al levantarse la puerta, la chica que me cargaba se mostró agitada, como si de un momento a otro me hubiera vuelto más pesada, sin embargo, después de mirar al frente corrigió su postura, y me acercó más a su cuerpo. Con esa pequeña pero significativa muestra de determinación de su parte, cruzamos el umbral y finalmente me encontraba en la Santa Sede.
Con paso lento, el escuadrón inquisitorial desfiló hasta el centro de un patio interior que daba a lo que parecía un campo de entrenamiento. En el patio, una docena de hombres con túnica de sacerdote los estaban esperando, listos para ayudar a desmontar el equipo y atender a los caballos.
Entre el grupo de asistentes, había una figura que resaltaba. Si bien los sacerdotes comunes vestían con túnicas grises de aspecto barato, pero bien cuidado, la treceava cabeza vestía una túnica perfectamente blanca, con bordados en oro y plata.
Al quedar frente a ellos, las túnicas grises se apresuraron a trabajar mientras la túnica blanca caminó lentamente con dirección al inquisidor.
— ¿se puede saber dónde ha estado?
Preguntó la túnica blanca con una voz autoritaria.
— Los esperábamos hace 3 días, y según el informe que recibimos ni siquiera terminó su última misión de un modo satisfactorio. Se te ordenó que acabarás con la manada de lagartos gigantes, y según el informe que nos llegó solo acabaron con poco más de una docena de individuos.
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Intentos Infinitos "2"
RastgeleContinuación de Reencarne como una villana con Intentos Infinitos.