Sin que pudiera hacer mucho para evitarlo. Los días continuaron pasando y el tiempo se agotaba.
Beatrix en muy contadas ocasiones me dejaba sola o sin vigilancia, solo dejando escasos minutos en los que sería demasiado peligroso tener contacto directo con Cenizas, por lo que habíamos inventado un sistema para poder comunicarnos.
Como siempre iba a la cámara de reflexión a la misma hora, Cenizas dejaba un pequeño trozo de pergamino bien oculto en una grieta en la pared, y yo, de manera sutil, pasaba mi mano por aquella pared y gracias a las propiedades de mi inventario el mensaje secreto quedaba bien oculto en el mismo. En unas pocas líneas, me revelaba lo que había descubierto o me decía dónde dejaría un pergamino más grande, que no podría ser oculto en la pequeña grieta.
De esta manera él podía hablar conmigo, ya que en un momento de descuido de Beatrix podía leer el pergamino, y luego volver a guardarlo o destruirlo con [Incinerar] si fuera menester.
En cambio, para que yo le pase información de vuelta era bastante más complicado. Usar el mismo método era inútil, cada vez que le pedía papel y tinta a Beatrix la pregunta de ¿para que los quería? era invariable, y cuando me los daba, siempre estaba pendiente de lo que hacía con ellos, más por mera curiosidad que por desconfianza, por lo que se me hacía imposible escribir un mensaje para Cenizas y menos aún arrancar un pedazo del pergamino.
Cómo vernos era demasiado peligroso por los escasos momentos de soledad que tenía, y estar frente a Beatrix no era diferente a un suicidio, desarrollamos un método si bien todavía peligroso, al menos era funcional. Cuando iba a la biblioteca, susurrando de manera casi inaudible, daba mis instrucciones y mis dudas a Cenizas que siempre se encontraba en un piso diferente o al otro lado de la biblioteca. Tal y como me había dicho, su odio era inhumano, y escuchaba mejor los susurros que al final del día eran secretos, que las cosas que se decían a viva voz.
Siempre existía el peligro de que Beatrix notará su existencia, por lo que limitaba mis mensajes a un par de frases bien preparadas de antemano, y apenas terminaba de escuchar, salía de la biblioteca sin llamar la atención.
Era demasiado complicado, y no voy a mentir, también bastante molesto, pero era el mejor método que habíamos descubierto y nos funcionaba bastante bien.
Un mapa de dibujo algo burdo con la disposición de la catedral me fue entregado por Cenizas dentro de una gruesa enciclopedia. Los libros siempre eran el mejor escondite para sus notas más elaboradas, y muchas veces el pequeño mensaje en la cámara de reflexión únicamente era el nombre del libro donde había ocultado el siguiente mensaje. Estudiando este mapa todas las noches en la soledad de mi habitación, ya me había aprendido prácticamente de memoria la complicada red de pasillos, o al menos los que nos interesan para ir de la habitación de Beatrix a la oficina del arzobispo, de ahí a las distintas salidas.
Con notas adicionales, Cenizas me iba revelando el horario y la ruta de las patrullas nocturnas, además de una pequeña nota del habitante de la habitación de la que teníamos pasar a lado. Con una astilla de madera, y mi propia sangre, poco a poco fui completando más el mapa que se llenó de flechas que señalaban las patrullas, cruces para marcar una puerta cerrada o una camino especialmente peligroso, círculos para puertas que siempre estaban abiertas con dueños ausentes, y varios tipos de marcas más. Si bien Cenizas podía guiarme por el camino de la catedral, era difícil prever si tendríamos que separarnos en algún momento, y habíamos quedado en que en una emergencia haría de cebo para llevar a los guardias a una dirección contraria, por eso era tan importante que me aprendiera el mapa y fuera capaz de hacer la ruta con los ojos cerrados.
Con la fecha acercándose más y más, cada día era más obvio que necesitábamos una distracción que arme revuelo en la ciudad, para atraer la mayor cantidad de guardias, dejando las patrullas con el mínimo de gente, pero Cenizas seguía sin encontrar alguien que pueda ayudarnos y que sea de confianza, y aun de encontrarlo, era necesario tener una reunión en persona para hacer un trato, cosa que era imposible con Beatrix siempre a mi lado. Por ahora nuestra mejor idea es realizar el contrato el mismo día de la fuga, y pese a que en la peor de las circunstancias nos creemos capaces de realizar el escape solo nosotros dos, ir a la oficina del arzobispo por el espejo y la puerta se vuelve una tarea casi imposible.
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Intentos Infinitos "2"
De TodoContinuación de Reencarne como una villana con Intentos Infinitos.