13 XIII

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Sin haber dormido prácticamente nada, mi día comenzó. Una sacerdotisa gris entró a mi habitación llevando una bandeja, al llegar a mi mesa de centro cambió la jarra de agua, dejó un plato con frutas, un pequeño cuenco con estofado, y una hogaza de pan. Acostumbrada a hacer este trabajo todas las mañanas cuando yo dormía o estaba demasiado cansada como para moverme, dio un sobresalto cuando alzó la vista y me vio sentada en mi cama viéndola trabajar.

Demasiado nerviosa siquiera como para decir una palabra, la pobre sacerdotisa se debatía entre apurarse y salir corriendo de aquí, o tomarlo con calma y evitar ofenderme. Pensado en que necesitaba hablar con alguien, saque mis manos de debajo de las mantas, y dejé que los guantes sean bien visibles. Al verlos, la chica se relajó un poco y pudo terminar su labor sin tirar nada al suelo.

— Disculpé...

Dije llamando la atención a la sacerdotisa que se disponía a salir de la habitación. Al ver que le estaba hablando embozo una sonrisa nerviosa se dirigió a mí.

— si... ¿Qué deseas?

— Disculpe pero, la señorita Beatrix me dijo que podía ir a un lugar donde hay muchos libros. Y quiero ir a ahí al terminar de comer.

Con una sonrisa torcida, la sacerdotisa señaló al pequeño librero de la esquina.

— Pero aquí tienes libros. ¿No son suficientes?

Con una leve mirada descarté los libros inmediatamente. Les había echado un ojo el día anterior, y si bien no eran cuentos infantiles, seguían siendo recopilaciones de historias populares, buenas para matar el tiempo, pero inútiles si lo que buscas es información.

— la señorita Beatrix me habló de un sitio con muchos libros, y quiero ir ahí.

Muerta de nervios, la sacerdotisa cambiaba su peso de pierna a pierna, y no dejaba de tocar sus manos. Si existen dos nombres en este lugar que imparten miedo, son el mío y el de Beatrix. Finalmente, pareciendo encontrar la excusa perfecta, la sacerdotisa soltó.

— debo preguntarle primero a la señorita primera guardia. No estoy segura si ha pedido el permiso para que puedas entrar a la biblioteca, y además no estoy segura si tengo yo la autoridad para sacarte de tu cuarto, hasta hace unos días tenías fiebres altas, y apenas parece que te estás recuperando. ¿Pero quieres libros no es verdad? Puedo traerte libros.

Ocultando mi rostro chasqueó la lengua. Para mi los libros son lo de menos, claramente no me va a traer lo que estoy buscando cuando ni yo misma sé que estoy buscando, simplemente quería ver la biblioteca.

— quiero salir de mi habitación...

Solté con voz triste mientras tenía la cabeza baja.

— Llevo días encerrada y antes era llevada a recorridos por la catedral, además llevo mucho tiempo sin ir a la sala de reflexión.

Suavizando levemente su expresión, la sacerdotisa se quedó pensando un poco.

— ¿Solo quieres ir a caminar por la catedral?

Preguntó un poco confundida.

Bueno, me aburro, y quiero empezar a reconocer un poco el área. Quiero saber que tan estricta es la nueva vigilancia de Beatrix, y ver si puedo encontrar un cuarto vacío con un espejo, o un espejo en general que únicamente tengo el pequeño trozo con el que habló con Cenizas.

La sacerdotisa se quedó callada un momento mientras pensaba.

— toma tu desayuno, yo preguntaré, si únicamente quieres ver la catedral e ir a la sala de reflexión entonces no creo que haya problema, pero debo pedir permiso.

Intentos Infinitos "2"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora