47. Setmana Sol

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Aquella noche fue una amarga, no solo para mí, si no para toda la mansión que parecía haberse enterado pese a que nos hayan hecho jurar que guardamos el secreto.

Aunque fui directo a mi cama como hago todas las noches desde que estoy en la mansión, como siempre, tuvo el oído atento, y un ojo vigilando entre las sábanas, por lo que pude notar como Calibrocha no se podía dormir. Daba vueltas en su cama, se levantaba para contar las monedas en su cofrecito, sollozaba en la oscuridad, volvía a intentar acostarse, y repetía el proceso.

Cuando finalmente note que había conseguido dormirse, siendo altas horas de la madrugada, a hurtadillas salí de la habitación que compartíamos, y sabiendo que tendría un sueño liguero debido a todo lo que había ocurrido, tuve que caminar casi de puntillas, y abrir la puerta con extremo cuidado con tal de no hacer nada de ruido.

Con el hombre de medam en mis manos, camine por un par de pasillos, hasta dar con una escalera que tenía un pequeño armario para escobas debajo de la misma. Ya había encontrado este lugar con anterioridad, y me había dado cuenta que estaba lo suficientemente apartado como para que nadie me moleste.

Abriendo la puerta, hice que el hombre de Medam dejará de cubrir sus ojos, para cubrir sus oídos. Después lo dejé encima de un pequeño estante con estropajos, y me dispuse a sacar el espejo de mi inventario. Tenía que hablar con Cenizas, tenía un plan para ayudar al barón, y desaparecer sin que alguien sienta mi partida. Tengo una fortuna de miles de monedas de oro de las que igual y no uso mi la mitad, y es por eso que quiero hacer algo por esta gente, pero necesito ayuda para llevarlo a cabo.

Mirando a mi propia imagen, tal y como me habían dicho, me limité a susurrar el nombre "Cenizas" y en poco tiempo, un rostro liso, como un maniquí usando un pasamontañas, apareció.

–– guapa… que bueno que te pones en contacto, tenemos que hablar...

–– ¿puedes esperar Cenizas? También tengo una emergencia aquí, y necesito tu ayuda.

–– no guapa, no puede esperar. Es imposible que dejemos esto en segundo plano.

Por el tono tan duro que usaba Cenizas, sumado a que era extraño que hablara tanto sin querer hacer una broma, me pareció más que claro que hay una emergencia de verdad de su lado.

–– está bien, ¿Que está pasando?

Antes de empezar a hablar, Cenizas dio un largo suspiro, y cansado declaró.

–– esa mujer, esa Eris, te está pisando los talones…

–– ¿Era solo eso? No me parece tan…

–– guapa, Leland y yo nos encontramos con ella, y a duras penas logramos escapar.

Al escuchar a Cenizas, un sabor increíblemente amargo subió por mi garganta, y tuve que recostar la espalda contra la pared por qué una sensación de mareo me invadió.

–– están bien, ¿Verdad? ¿No has perdido un brazo como ocurrió con Irma?

–– estamos bien, aunque un brazo hubiera sido preferible a hacer lo que tuvimos que hacer.

–– comienza desde el principio por favor.

–– ella atrapó a Leland y lo interrogó por su participación en tu escapé de la catedral. Todos los Aeones tenemos un método para ser invocados que nos da la ventaja, y un segundo donde es el invocador quien tiene el control, muchos me odian por revelar el segundo a los humanos, y por eso no te lo mencioné hasta ahora, me vas a perdonar pero no quiero más enemigo. El punto es que esa mujer conocía el método para invocar a Leland que lo pone en desventaja, y tenía métodos muy buenos para hacerle hablar.

Intentos Infinitos "2"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora