22. VI

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Cerca de dos semanas habían pasado desde que comencé a estar bajo el cuidado de Beatrix, durante este tiempo todos los días leíamos un capítulo de "Mis viajes al Sur" y elegimos algo que intentar preparar para el almuerzo.

En las mañanas teníamos un desayuno ligero para guardar apetito para la tarde, luego elegimos que preparar, íbamos a las cocinas antes de la hora más ajetreada, momento idóneo donde podía ser un poco más habladora, y siempre almorzamos temprano.

Los días con ella eran tranquilos, ambas éramos bastante calladas y podíamos estar varias horas en perfecto silencio que extrañamente no se sentía incómodo o pesado. Pero levemente preocupada porque Cenizas ni se atrevería a acercarse con ella rondando a mi alrededor, la convencí de dejarme ir a rezar a la cámara de reflexión y a leer a la biblioteca. Cosa que aceptó sin muchos problemas.

Para mi propósito de reunirme con él, la biblioteca resultó un fracaso, ya que mientras yo leía ella también intentaba leer o se paseaba por las estanterías sin apartar nunca la vista de mí. Era demasiado peligroso y apenas habían escasos momentos donde ella me perdía de vista por mantener una conversación casual con otro adulto, es por eso que agradecí que Cenizas no dejará ver ni su sombra.

Sin embargo, la cámara de reflexión resultaba bastante mejor para mis propósitos. A diferencia mía que puedo pasar horas sin hacer nada más que pensar o meditar, Beatrix era más del tipo que siempre tenía que estar haciendo algo, por lo que unos 10 minutos en la cámara de reflexión eran más que suficientes para ponerla de los nervios y hacerla salir a dar un paseo para distraerse. Aunque los momentos de soledad eran escasos, era lo mejor que teníamos para organizar un encuentro. Mi habitación estaba justo a lado de la de Beatrix y ya había comprobado que ella tenía una sueño muy ligero y que despertaba al menor ruido, es por eso que aun con el hombre de Medan, no me atrevía a usar mi cuarto como base de operaciones.

Todos los días apenas se iba Beatrix, escondía el trozo de espejo en una pequeña grieta en el piso, de esa manera pretendía ayudar para llegar a mi con mayor facilidad, y antes de irnos, con mucha discreción lo volví a guardar en mi inventario. Lamentablemente Cenizas nunca apareció, y eso me tenía preocupada.

Con los días transcurriendo sin poder avanzar en el plan de fuga, la idea de un aplazamiento cobraba más fuerza. Por mucho la mayor pérdida sería el no contar con la ayuda de Sydow, que podría llevarnos a la otra esquina del reino en un momento, dando así esquinazo a cualquiera cuadrilla de persecución.

Pensando en la falta de respeto que sería rechazar tan buen gesto que el vendedor tuvo con nosotros, pase las tardes pensativa y más callada de lo normal, cosa que por extraño que parezca Beatrix notó.

— ¿Te ocurre algo Leonora?

Me pregunto una tarde que volvíamos de la catedral de la biblioteca.

Pensando en una buena excusa, miré a la ciudad con melancólica y mi sola mirada parece que fue respuesta suficiente para Beatrix.

— se puede arreglar. Pero primero debemos abrigarte más.

Deduciendo que ella interpretó mi mirada como un anhelo secreto por salir a conocer la ciudad. Me deje llevar e intente verme un poco más animada para darle la razón.

Pasando a su/nuestro cuarto. Beatrix pidió que me vistieran para el frío, por lo que el trío de criadas me vistió con 6 capas de ropa con las que me era difícil moverme y me daba un andar que recordaba levemente a un pingüino. Por su parte, ella únicamente se colocó encima un chal de lana bastante grueso, pero que se veía poca protección si la comparábamos con mis 6 capas de ropa.

Estando vestidas, Beatrix me cargó en brazos, y salimos de la catedral por una puerta que no había visto nunca y que daba una visión peculiar pero digna de verse.

Intentos Infinitos "2"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora