05 Legado

264 55 27
                                        

Mi cabeza me estaba matando, al mismo tiempo que mi cuerpo me dolía, sin embargo, lejos del silencio que tanto anhelaba, podía escucharse un tenue tarareo que en lugar de darme paz, me estaba poniendo de los nervios, lo único levemente bueno que podía decir, es que había un leve regusto dulce en mi boca.

- está dormida, no creo que despierte pronto.

Vete a la mierda Eris, como te desprecio.

No quería abrir los ojos, y tampoco me veía capaz, por lo que decidí fingir que dormía y escuchar el resto de la conversación.

- muy bien, por ahora creo que hemos terminado. Este es el informe que le dará a su majestad

Iros a la mierda, ¿Tan bien me perdí la conversación?

- He entendido su santidad. En resumidas cuentas, van a criar a la niña dentro de las murallas de la Santa Sede.

Gracias por el resumen, pero eso no hace que te odie menos.

- sin embargo su santidad, ¿Está seguro de rechazar mi propuesta? Si me lo permiten, yo podría criar a la niña, como bien sabe hace poco más de un mes que di a luz a mi tercer hijo, y pese a que amo a mis pequeños con todo mi corazón, siempre he tenido el deseo secreto de tener una niña. A cara al público siempre podemos decir que es la hija de una concubina de mi esposo, que yo decidí criar como propia. Sea como sea, a mi lado pueden estar seguros que a la pequeña no le faltará nada.

Para poner énfasis a sus palabras, y hacer todo más preocupante, en ese momento una delgada y suave mano empezó a acariciar mi cabello.

- Aunque, debo decir que el nombre de Leonora no me gusta nada, no sé porque pero me produce incomodidad... estoy segura que se me puede ocurrir algo mejor.

Con absoluto terror, abrí los ojos una micra, y pude ver a Eris frente a mi, sonriendo mientras admiraba una pequeña pantalla frente a ella, que estaba siendo proyectada por una piedra que tenía en su mano.

- conmigo no le faltará nada.

Declaró con su voz suave y sedosa, mientras la piedra desapareció de su mano, y su sonrisa se ensanchaba más.

Muy bien Eris, lo has conseguido. No entiendo cómo lo has logrado, pero te has superado a ti misma, has conseguido que una vida encerrada y constantemente vigilada por la inquisición suene como una opción agradable y completamente lógica.

- apreciamos su propuesta señora Eris, pero queremos tener a la niña vigilada, y criarla nosotros mismos. No lo tome como una ofensa a su persona, ni como un insulto a sus capacidades, pero la niña tiene ciertas necesidades especiales y creemos que la iglesia es la mejor opción para cubrirlas.

- ohh, no se preocupe su santidad, no lo tomo como una ofensa, soy una mujer práctica que sabe bien cuando está en un error, al mismo tiempo que sabe cuándo tiene la razón. Y cuando estoy en un error no tengo problemas en bajar la cabeza y hacerme a un lado para dejar a las personas mejor capacitadas trabajar.

Eris, se que das mucho miedo, ¿Pero porque llegar al abuso? ¿Cual es tu afán de romper récords?

- muy bien, mi señor inquisidor, su santidad, me retiro.

El sonido de unos pasos alejarse llenó la habitación, y luego el de una puerta abrirse para al poco volver a cerrarse.

Sintiendo un cansancio como el de haber corrido una maratón, y siendo librada de un peso como el de un bloque de cemento sobre mi pecho, me hundí en la suave colcha y por poco, vuelvo a caer dormida.

Mi mente divagaba entre la conciencia y la vigilia, y apenas prestaba atención a la conversación de los dos hombres que aún seguían en la habitación, pero en ese momento, volví a escuchar el sonido de la puerta abrirse.

Intentos Infinitos "2"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora