25. La caja de música

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La molesta sensación del sol en mis ojos me privó de mi sueño. Tenía una leve molestia en la espalda, posiblemente ocasionada por dormir mal, y una marca en mi cara, por haber estado tanto tiempo pegada a una superficie dura.

Haciendo tronar mi cuello, bostece y me quejé por haber dormido tan mal. ¿Beatrix no llegó en toda la noche o qué? Me puse a pensar mientras me quejaba de mi excelente idea de esperarla sentada en la mesa. De saber que no llegaría me hubiera ido a mi cama.

Pensando en ir a mi cama a dormir un poco más, me disponía a levantarme cuando alzando la vista, lo que tenía frente a mi me hizo volver a sentarme del puro miedo.

Con un aura de pocos amigos, e imponiendo el terror, Beatrix estaba sentada frente a mí con los dedos cruzados y ocultando su rostro con sus manos.

¿Se quedó ahí toda la noche esperando a que despertara? Me pregunté mientras era incapaz de mover un solo músculo. Al igual que un depredador cuya vista se basa en el movimiento, estaba convencida de que el momento en que hiciera el más leve, Beatrix iría a por mí.

No tengo idea de cuánto tiempo pasamos de esta manera, ella con los dedos cruzados y ocultando su rostro, y yo con la espalda recta teniendo pánico de siquiera respirar. ¿Qué demonios pasó anoche? Me volví a preguntar. ¿Beatrix habrá descubierto algo que me incrimine? ¿Se habrá encontrado a Cenizas y lo obligó a confesar? ¿El arzobispo falleció y cree que estoy involucrada de alguna manera?

Tan inmóvil estaba ella, que por un momento una idea reconfortante pasó por mi cabeza. ¿Estará dormida? Me pregunté mientras me relajaba un poco. Se que Irma puede dormir de pie y con los ojos abiertos, por lo que sería imposible saber cuándo duerme y cuando está despierta. Entonces ¿Beatrix dormirá así? ¿Sentada y con una expresión acusadora?

Había bajado levemente la cabeza para intentar discernir si sus ojos estaban cerrados o abiertos, cuando sin alterar su expresión, habló con voz seca.

— Buenos días Leonora.

Soltó de la nada, haciéndome volver a la posición de firmes durante un par de minutos que no volvió a decir una sola palabra.

¿Qué demonios le pasa a esta mujer? ¿Que he descubierto? ¿Y porque no me lo hecha en cara de una vez en lugar de darme estos sustos?

Una vez más, solo estuvimos sentadas una frente a la otra completamente en silencio y quietas cual estatuas. Mi corazón latía tan fuerte a causa del miedo que lo sentía en mi garganta, pero obligándome a recuperar la compostura, suspire y poco a poco volví a recuperar el autocontrol.

Venga... me dije a mi misma mientras me daba palmaditas imaginarias en las mejillas. De peores situaciones he salido, solo necesito enterarme de que ha descubierto o que cree saber, y podré trazar una plan de acción.

Volviendo a ser dueña de mi misma, recuperé mi expresión carente de emociones, y solo permanecí sentada en perfecto silencio. Si pretendes que esto sea una duelo de miradas acusadoras, entonces te declaró que vas a perder, yo he enfrentado a la campeona indiscutible, y le he conseguido ganar un par de rounds.

No tengo idea de cuánto tiempo transcurrió, pudieron ser desde minutos o incluso una hora, el punto es que hasta el rayo de sol que me había despertado al darme en la cara ya se había movido unos centímetros cuando, otra vez de la nada, Beatrix simplemente soltó.

— ¿Quieres desayunar?

Sin entender lo que pretendía, o su tren de pensamiento, simplemente asentí con la cabeza.

— vamos.

Dijo levantandoce y encaminándose a la puerta.

Un poco incrédula, pero aún con la guardia alta la seguí. Esto no puede ser tan sencillo, me dije. Beatrix planea, o sabe algo que me involucra. Es una suerte que no sea lo suficientemente sutil como para ocultar sus verdaderas intenciones.

Intentos Infinitos "2"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora