44.7 Una habitación.

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Después de un movimiento brusco, que hizo sacudir los objetos que estaban acomodados en repisas en cada una de las paredes, el sonido de una puerta se escuchó, y dos figuras entraron.

La primera vestía una larga gabardina negra, y su rostro era un borrón, y la segunda vestía de manera más formal, con camisa y chaleco, y por la forma en que llevaba su sombrero de ala ancha, no era posible ver su rostro.

En silencio y con expresiones derrotadas, ambas figuras se encaminaron a la única mesa del lugar, y mientras la figura de la gabardina sacaba una cajetilla, y se llevaba un cigarro a la boca, el de el chaleco tomó una botella de uno de los estantes, y la descorcho antes de sentarse.

Llenando un vaso hasta el tope, apuró su bebida de un único trago, y estando a punto de servirse de nuevo, pero con la punta de sus dedos, la figura de la gabardina le acercó su propio vaso.

De mala gana, la figura de chaleco llenó el vaso de su compañero con menos de la mitad de su capacidad, y después de devolverlo, llenó una vez más el propio  hasta el tope, solo que en esta ocasión, bebió a pequeños sorbos.

–– una jugada peligrosa, decir que Goderik está involucrado. Eso es correr riesgos.

Declaró la figura de la gabardina mientras tomaba su vaso, y se lo llevaba a su boca carente de labios.

–– ¿Crees que se entere?

Preguntó el del chaleco, mientras miraba su vaso medio vacío.

–– lo hará, ¿Qué hará en ese entonces? Ni idea, sin embargo, no es una mentira, Goderik está involucrado en el escape de Leonora de la Santa Sede, y ha estado muy callado desde ese día, y eso es lo que pone nervioso.

Con una sonrisa amarga, el del chaleco, tiro en su garganta lo que quedaba de su bebida, y dejando su vaso vacío en la mesa, negaba con la cabeza.

–– sabía que era mala idea, nunca debí haberme involucrado, este es exactamente el tipo de cosas que son malas para los negocios.

Mientras su compañero seguía con la cabeza baja, y los puños cerrados encima de la mesa, el de la gabardina tomó la botella, y procedió a rellenar ambos vasos.

–– y aún con todo nos protegiste, no le revelaste ni una palabra de Leonora o de mi a esa mujer, eres un buen chico Leland.

Sin levantar la vista, solo acercando su mano a su vaso, el del chaleco se quejó.

–– solo callate un rato, necesito pensar.

Reclinado en la silla, el de la gabardina fumaba en silencio mientras parecía sumido en sus propias reflexiones, en ese momento, sintió que alguien intentaba invocarlo, pero de una mirada rápida, vio quien era, e Ignoró por completó la llamada.

–– ¿Te invoco a ti también?

Preguntó de la nada a su compañero, que lejos de extrañarse por la pregunta, respondió.

–– si, lo hace para molestarnos, sabe que no somos tan idiotas como para regresar, y solo quiere recordarnos lo que nos pasará cuando nos encuentre.

Levantando la cabeza, el del chaleco dio un par tragos a su vaso, al mismo tiempo que el de la gabardina preguntó.

–– ¿de verdad la conociste cuando era una niña?

–– ¿Escuchaste toda nuestra conversación?

Replicó el del chaleco de mala gana.

–– lo importante al menos.

Vaciando su vaso, el del chaleco inclinó la cabeza hacia atrás, y respondió con voz de quién mira un recuerdo.

–– era amiga de una clienta mía, bueno, es difícil llamarla clienta pues nunca pagaba nada, esa niña tenía una extraña facilidad para engañarme con los trucos más simples e infantiles que te puedas imaginar, y llegó un punto en que ya no me podía enojar, estaba más concentrado en entender el truco que uso, y más aún como pude caer en algo tan simple. Llegado el momento, empecé a esperar con ansias que nueva peripecia me traería en su siguiente visita.

Intentos Infinitos "2"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora