30.5 Punto de vista de Beatrix 6

184 50 26
                                    

El caos generalizado era lo único que se respiraba en la ciudad.

En una escena sacada prácticamente de una pesadilla, criaturas gigantescas habían estado destruyendo edificios, y aplastando a quien se les pudiera delante.

Es por eso que ni siquiera tuve oportunidad de reportarme, o intentar averiguar quién estaba a cargo, simplemente corría por todos lados, tan rápido como mis piernas pudieran llevarme, y ayudaba donde pudiera, haciendo todo lo que estaba a mi mano.

Cerca de la dulcería que fui con Leonora, un gigante de piel roja había estado destruyendo edificios con un enorme martillo de piedra. Decenas de flechas, tanto físicas como mágicas volaban en su dirección, donde eran repelidas por una piel de aspecto duro y calloso, que absorbía gran parte del daño. Sin embargo, cuando corría en su dirección, durante un segundo, iluminado por los últimos rayos del sol de la tarde, vi algo fuera de lugar. Debajo de su nuca, en la parte trasera de su cuello, una franja de piel blanca, de aspecto mucho más tierno, aparentaba de manera quizás demasiado obvia un punto débil, y deteniéndome en seco, usando mi propio impulso para dar más fuerza a mi tiro, arrojé mi lanza con todas mis fuerzas, dando justo en la diana.

Donde las flechas, espadas y la magia eran repelidas, mi lanza atravesó limpiamente, hundiéndose en su totalidad en su carne, e incluso saliendo por la boca de la criatura junto a una bocanada de sangre.

Con un agujero de casi un metro de diámetro en su cuello, el gigante intentó cubrir su herida y se tambaleo mientras vomitaba sangre y parecía maldecir.

En ese momento, otra lanza arrojada por una persona que no alcance a distinguir, voló directamente a su frente, impactando justo en medio de los ojos, haciéndolo perder el equilibrio y caer al piso cual árbol que fue talado.

En el piso, la bestia arrojó manotazos y patadas, y pareció tener fuertes espasmos antes de finalmente dejar de moverse.

La pequeña victoria, causó un gritó de júbilo entre los presentes, pero una voz que casi parecía un ladrido, los hizo callar a todos y hacerlos mirar a su alrededor, esto seguía demasiado lejos de terminar.

Detrás de mí, escuche una voz diciendo mi nombre, pero no me detuve a ver quién me llamaba, tomando otra lanza que había encontrado en el suelo perteneciente a un soldado caído, ya me encontraba corriendo hacia otro lugar.

Un oso tan grande como un edificio de tres pisos, peleaba a muerte contra un escorpión un poco más grande incluso que él. Yo corría en esa dirección, esperando poder rematar al vencedor de la pelea, sin embargo, detrás de donde estaba mirando, una explosión de fuego llamó mi atención.

Cerca de donde estaba la barcaza de Ibaldi, un incendio arrasaba esa zona, los civiles corrían despavoridos, mientras los magos y los soldados hacían lo que podían para atenuar el fuego y darle la oportunidad a las personas de escapar. Y justo en el medio del incendio, una enorme criatura insectoide similar a un ciempiés, exhalaba fuego y usaba su larga cola para aplastar a quien se le pusiera delante.

Sabiendo que esa criatura era más peligrosa al momento, cambié de rumbo, y fui en esa dirección.

Al menos un centenar de soldados atacaban a la bestia de manera casi simultánea, sin embargo, aunque su coraza quitinosa era muy dura, el daño constante la estaba cuarteando, e incluso ya se podían ver pequeñas ventanas de carne blanda.

Estando a un par de metros, de las mandíbulas de la criatura, unas chispas de una llama azulada empezó a ser emitidas, y con un terrible presentimiento grité.

— ¡A cubierto!

Tirándome al suelo, y usando un bloque de escombro como escudo, un mar de llamas azules pasó justo encima de mi cabeza. Sabiendo que me había librado por escasos centímetros, salí de mi escondite cuando las llamas todavía no habían terminado de desaparecer, pensando que la bestia no esperaría ser atacada en ese momento.

Intentos Infinitos "2"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora