28. Goderik

186 49 8
                                    

Una botella de buen vino adornaba la mesa, al mismo tiempo, en un plato había colocado tiras de jamón, y cuadros de queso. De antemano, había ido coleccionando cubertería en mi habitación, teniendo así lo más básico y necesario. Varios platos de cerámica, una copa de vidrio, un cuchillo pequeño, y algunos tenedores. Fue un poco difícil ir reuniendo todo de forma tan discreta que no llame la atención, pero al darme cuenta que Beatrix no revisaba mis cosas, podía dejarlas en el fondo de mi baúl sin miedo a que sean descubiertas, y de esa manera, no saturar mi inventario, que siempre estaba lleno con cosas que si eran peligrosas que me vean con ellas. La desaparición de la cantimplora sigue siendo un misterio, y es muchas veces mejor quedar como cleptómana al ser descubierta con platos y cubiertos, que con una cosa que se cree robada por un ente sobrenatural.

Recuperado el termo de café que había dejado olvidado en mi habitación, lo coloqué también en la mesa como parte de la "ofrenda". Según Sydow, las cosas traídas de otro tiempo tienen un sabor especial y eso les da una rareza difícil de igualar. Y siendo honesta, la ofrenda de hospitalidad que estaba dando era bastante pobre, era apenas mejor de la que había ofrecido para Sydow, y como esté era una amigo mutuo, y entendía en la situación en la que estaba, se conformó con un poco de carne y algo de queso, pese a que según Cenizas, las ofrendas que se suelen ofrecer a los Aeones, pueden llegar a ser palacios enteros y ni aun así ser suficiente para complacer al invitado.

— ¿Crees que esto será suficiente?

Pregunte a Cenizas, que volviendo a su personaje, estaba sentado en una esquina fumando y picando algo de carne.

— Yo diría que sí. Renata es un caso "especial" tiene su carácter y es bastante cerrada con sus opiniones, pero te caerá bien, y una vez que la conoces es un amor.

— ¿Cuántas veces ha intentado matarte?

— probablemente las mismas que tú, o quizás más.

— bien, entonces no debe ser tan mala.

Habiendo terminado de preparar la mesa, Cenizas se puso de pie, y tiró la colilla de su cigarro que se desvaneció antes de tocar el piso.

— Bien, le voy a pedir que venga, pero más te vale que aprendas a hacer esto por ti misma. Es bastante cansado que un Aeon invité a otro, y yo todavía no estoy del todo recuperado de mi encuentro con tu sirvienta.

Mirando bien a Cenizas, su "piel" todavía tenía un par de grietas por aquí y por allá, pero su brazo había regresado. No parecía poder moverlo con facilidad, o esa es la impresión que me daba porque seguía haciendo todo con su brazo bueno.

Tal y como ocurrió la vez anterior, en la pared frente a nosotros, una extraña materia densa se empezó a formar. Por un momento, una silueta vagamente femenina empezó aparecer, pero de la nada, una densa capa de niebla inundó la habitación, y el propio Cenizas parecía confundido.

— ¿Qué demonios?

Mirar a la silueta que había reemplazó la anterior era difícil, sentía que me quemaba los ojos, y solo intentar buscarle forma me daba dolor de cabeza. Por puro instinto los cerré y desvíe la mirada, hasta que la pesada presencia desapareció y pude volver a mirar.

En la habitación había aparecido un hombre. Era bajito y regordete con una cara redonda que recordaba a un bebé. Parecía que se estaba quedando calvo, solo tenía unas franjas de cabello marrón cerca de sus orejas, por lo que llevaba un sombrero verde con una pluma multicolor en la solapa.

Tenía un bigote bien arreglado, y vestía con una camisa naranja de manga larga, con un chaleco de cuero marrón, pantalón azul y botas grises.

El recién llegado me generaba una sensación difícil de describir. Daba la impresión de ser un comerciante de un pueblo grande, rico en su comunidad, pero pobre cuando iba a la gran ciudad. No me ocasionaba ni miedo ni respeto, y aún así, desde que llegó Cenizas tenía una mano frente a mí, para asegurarse de que guarde mi distancia.

Intentos Infinitos "2"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora