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BETH

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BETH

He querido a Asher desde que tengo uso de consciencia, desde la infancia, en la adolescencia y ahora también en mi juventud. No hay nada que pueda hacer para cambiar mis sentimientos.

Ambos estamos estudiando el tercer año de preparatoria, con la única diferencia de que no asistimos en el mismo salón, ya que hace un año los profesores decidieron separar el grupo y, para mi desgracia, quedamos en grupos separados. Con el paso de los días me acostumbré a no verlo en los horarios de clase, porque en ninguna materia coincidíamos. Además, en los tiempos libres, él entrenaba con su equipo en las canchas deportivas y yo me mantenía ocupada con un libro entre las manos. Sabía que tampoco podía quejarme de ello porque fuera del colegio pasábamos gran parte del tiempo juntos, haciendo toda clase de cosas: estudiando, saliendo a caminar por las calles, mirando películas en su casa o en la mía. Así había sido desde siempre y aquella era una rutina de la que jamás me cansaría.

Su compañía siempre había sido indispensable en mi día a día. No me di cuenta de que esa dependencia se había convertido en algo más hasta que las cosas cambiaron. Al pasar del tiempo para mí fue inevitable no darme cuenta de lo mucho que él estaba cambiando, tanto en su aspecto como en su forma de pensar. ¡Y vaya cambiazo!

Él pasó de ser el chico popular de la clase al chico más atractivo de la academia. De pronto, todas las chicas se morían por él. Todas querían salir con él y deseaban recibir un poco de su atención. Y ya lo sé, no puedo quejarme de que todas estén detrás de él como abejas tras la miel, no puedo hacerlo cuando yo formo parte de ese grupo de chicas que están locas por estar con él.

Al menos yo tengo la ventaja de ser su mejor amiga, pero eso no significa que él vaya a fijarse en mí en algún momento, porque eso no va a pasar. Estoy convencida de ello. Asher jamás podrá verme de otra manera y mucho menos de ESA manera. Nuestra relación nunca va a cambiar y puedo vivir con eso. Sin embargo, con lo que no puedo lidiar es con la idea de verlo con alguien más. Para mi gran desánimo, esto último tiende a suceder cada vez que regresamos de las vacaciones de verano y volvemos al colegio, porque siempre hay una fila de chicas esperando la oportunidad para tirársele encima. Él, por su parte, no es inmune a sus encantos, sobre todo cuando hablamos de una rubia alta y guapa con aspecto de modelo, vestida con ropa ajustada que le queda dos o tres tallas más reducidas de lo normal.

Asher es mi amigo y es una buena e increíble persona, pero también es un hombre y las chicas que rondan a su alrededor son todo un encanto que nunca pasa desapercibido ante sus ojos.

Podría apostar a que ninguna de todas sus admiradoras sabe qué es lo que le gusta, ni cuál es su color favorito, las películas que le gustan, la música que escucha, los libros que le gusta leer, lo que más le apasiona hacer. Sí, yo sé la respuesta de cada una de esas cuestiones, pero solamente lo sé porque lo conozco de toda la vida.

En fin, la oportunidad de llegar a salir con él está fuera de mi alcance, y yo prefiero que así sea, manteniéndome como la chica que siempre he sido para él: su mejor amiga.

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