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BETH

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BETH

Un sábado en la mañana salí a ejercitarme al parque para despejar mi mente, que desde hacía varios días estaba hecha un lío caótico.

Las apacibles conversaciones lejanas y el viento suave que movía las ramas de los árboles ofrecían un ambiente sereno y tranquilo, pero a pesar de que aquel clima ayudaría a cualquiera a relajarse, yo me sentía desatada desde el interior. Aquella tarde que estuve en casa de Tyler comencé a sentirme mejor y pude mantener al margen toda la tristeza que me había dejado la ruptura de mi amistad con Asher, pero todo mi esfuerzo se fue al diablo cuando él fue a buscarme a mi casa para decirme una verdad inesperada, porque con sus confesiones solamente consiguió desequilibrar mis emociones.

Llevaba ya tres días evadiéndolo en todas partes. Huía de él en la academia, no salía a verlo cuando iba a buscarme a casa, me iba muy temprano a la parada del bus para no cruzármelo en el camino, hacía todo esto porque no me sentía capaz de mirarlo, estaba indispuesta a retomar esa conversación que la última vez me dejó muy afectada. Sabía que si lo veía y él me hablaba de sus sentimientos yo terminaría hecha pedazos y mi corazón quedaría destrozado.

Inevitablemente, recordé lo último que hablamos en el porche de mi casa. Todavía no podía asimilar el hecho de que él confesó estar muy interesado en mí, me costaba interpretar el significado de sus palabras porque primero dijo que me quería y después pronunció esas palabras que me llegaron al corazón: «Quiero estar contigo, solo contigo».

Sentí una punzada en el costado de la cadera, el dolor se expandió hacia mi espalda y me dejó sin aliento durante varios segundos, pero yo no paré de correr porque temía que el peso de sus palabras recayera sobre mis hombros y me volviera a devastar una vez más, así que seguí dando largas zancadas a lo largo de todo el perímetro repleto de árboles y espacios amplios de campo. En esa ocasión no pensaba detenerme fácilmente.

Intenté sacar su voz de mi cabeza, quise desprenderme de los recuerdos, de cada uno de los momentos que pasamos, pero no lo pude evitar. Al visualizar al Asher magnífico que acompañaba gran parte de mis recuerdos sacudí la cabeza para despejar mi mente.

Me había prometido que saldría al parque con el propósito de estabilizar las emociones que me oprimían el corazón, así que no iba a pensar en él. Tenía terminantemente prohibido desconcentrarme por su causa, no podía perder mi determinación para olvidarlo.

No me esperaba que en la sexta vuelta, sentiría un intenso dolor en la rodilla izquierda justo cuando iba a la mitad de camino. Todo sucedió en una fracción de segundos; mi pierna flaqueó y la sentí debilitarse, estaba a punto de dar una zancada más cuando perdí el equilibrio y me tropecé, finalmente me caí de frente contra el asfalto empedrado. Mis palmas aterrizaron primero e impidieron que me diera un golpe brutal en la cabeza, pero se llevaron la peor parte, al igual que mis rodillas, que a los pocos segundos comenzaron a arderme terriblemente.

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