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BETH

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BETH

Aquella mañana, después de encontrarme con Asher en la entrada, pude comprobar que nunca me había costado tanto ser su amiga. Con esto quiero decir que al ver su expresión sonriente, me gustaba pensar que yo era la razón de su sonrisa, pero entonces aparecía una rubia como Piper Stevens y mis intentos de verlo como a un amigo se iban por la borda.

Me costaba observar cómo otra le rodeaba del cuello y lo besaba delante de mí; me costaba mirar que otra que le rodeaba el brazo y le hablaba con apodos cursis, estando yo presente.

Incluso antes de que ella apareciera, mis ojos no podían dejar de mirarlo; y es que me resultaba imposible no hacerlo, era el chico más simpático y guapo que conocía. Destacaba del resto como no lo hacía nadie más. Podían llamarme exagerada, pero yo lo veía igual de atractivo cuando llevaba el uniforme de la academia o cualquier ropa casual, porque tenía un encanto natural que iba más allá de su apariencia. Era esa mirada, tan magnética que no podías simplemente apartar la vista sin quedar enganchada.

Era una lástima que él solo tuviera ojos para las chicas rubias, era una lástima quererlo con tanta intensidad y que él no pudiera verme de otra manera. Sabía perfectamente que Asher siempre me vería como su mejor amiga y eso no lo podría cambiar ni siquiera si me hacía un cambio radical para estar a la altura de las chicas que tanto le atraían. Me dolía no poder tenerlo junto a mí de la manera que deseaba, pero me dolería aún más que él no estuviera presente en mi vida, así que nunca me arriesgaría a expresarle mis sentimientos, porque no estaba dispuesta a perderlo; temía no volver a contar con su amistad.

Una vez más, me quedé mirando hacia la nada y me apoyé en el respaldo de la silla, dejando caer mi cabeza hacia atrás para mirar las lámparas que iluminaban el techo del gran comedor. Eran las doce y media. La hora del almuerzo estaba a quince minutos de llegar a su fin y yo aún no había comido ni un bocado del platillo que habían servido en mi charola.

No tenía apetito y no me sentía con ganas de moverme; simplemente me encontraba allí, en una de las mesas más apartadas de los grupos estudiantiles. Había optado por sentarme junto a la ventana, en el extremo de la mesa que dejaba un amplio campo visual de gran parte del comedor de la academia.

Mis ojos observaban a los estudiantes dispersos en todas las mesas, la mayoría de ellos conversando, consumiendo los alimentos que se servían allí, y una pequeña parte con la atención fija en sus celulares.

A mis oídos llegaba el bullicio de voces y sonidos que había a mi alrededor, pero yo solo podía pensar en Asher. Me preguntaba qué estaría haciendo y con quién estaría en ese preciso momento. Había cosas mucho más importantes en las que debía centrarme, pero era sumamente difícil prestar atención a las clases cuando mi mente y mis emociones se encontraban en conflicto.

Solté un resoplido prolongado antes de cruzarme de brazos y levantar la mirada. Me encontré con mi amiga Melissa sentándose en el sitio libre que había delante del mío.

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