ASHER
Ya era la una de la madrugada y el resultado seguía siendo el mismo tras todos mis intentos para sucumbir al sueño. Nada. No podía dormir, no podía cerrar los ojos porque la imagen de mi amiga Beth venía a alcanzarme para arrebatarme el sueño.
Tenía grabado en mi mente el recuerdo de los dos en su habitación, ella cantando y yo acompañándola con la guitarra. Luego, mi mente se desviaba al instante en el que le agarré el cabello y le rocé la mejilla con las yemas de mis dedos, provocándole un estremecimiento.
Eso nunca debió suceder, no debí dejarme llevar con ella y acariciarla como acostumbraba acariciar a las chicas que tanto me gustaban. Esa era la situación: Beth a mí no me gustaba, no podía gustarme si era mi mejor amiga de toda la vida y la conocía lo suficiente para saber perfectamente que ella jamás me vería de esa manera, ni yo a ella.
Tal vez simplemente actué sin pensar y quise apartarle el cabello negro del rostro, sin intención alguna de rozarle la piel, porque aquel gesto salió desde lo más hondo de mi inconsciencia y no se volvería a repetir, al menos no si yo estaba en mis cinco sentidos.
Seguramente le estaba tomando demasiada importancia, porque aún cabía la posibilidad de que a Beth ni siquiera le haya parecido raro. Seguramente había infinidad de chicos que hacían lo mismo que yo había hecho sin tener intenciones amorosas con la chica.
El estremecimiento que percibí de su parte tal vez fue producto de mi imaginación, una alucinación que alteró la realidad del momento. Me convencí de que eso había sucedido, no había nada más que agregar.
Nuestra amistad seguiría siendo la misma de siempre, porque tanto ella como yo teníamos claro que entre nosotros jamás existirían sentimientos que fueran más allá del afecto y el cariño de una amistad sincera.
Miré de reojo el reloj digital en la mesita de noche y comprobé que faltaban escasos minutos para que dieran las dos de la madrugada.
El tiempo se había pasado volando desde que había regresado de la casa de Beth. La había tenido en mis pensamientos desde que crucé la puerta de su habitación y me adentre en la mía.
Antes de cerrar los ojos, volví a repetirme que había una fuerte conexión que me unía a ella, pero que de esa conexión solamente derivaba una gran amistad. Ella lo tenía claro, así que yo debía tenerlo muy claro también.
♡
Al amanecer, me desperté muy temprano y me preparé para darme una ducha refrescante. Salí del baño con el pelo húmedo, frotándome la nuca con los dedos. Avancé descalzo por la habitación mientras iba colocando los botones de la camisa en su sitio, para después ponerme delante del espejo y anudar la corbata alrededor del cuello de la camisa. Procedí a ponerme los zapatos y, al incorporarme, caminé directo al closet para buscar mi loción en el cajón de objetos personales. Al encontrarla, me rocié la colonia de aftershave.
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Incondicionales
Teen FictionAsher es un joven con muchos sueños y metas en la vida, cada uno de sus objetivos tiene un propósito a seguir: convertirse en un jugador estrella del fútbol americano. Su mejor amiga, Elizabeth, es una gran soñadora. Ella sueña que las canciones que...