ASHER
Beth ya se había ido. Después de dos días sin tener noticias suyas me enteré de que tomaría un vuelo con destino a Los Angeles. Horas antes de que viajase, deseé ir a buscarla con cada parte de mi ser, pero mi orgullo me lo impidió. Tal vez no me atreví a ir a despedirme porque no quería verla partir.
El hecho de que ya no la vería más recayó sobre mí demasiado tarde. Esa misma tarde me resultó imposible lidiar con el dolor por mi propia cuenta, lo intenté, pero se convirtió rápidamente en una sensación insoportable.
Al caer la noche tuve que recurrir al único remedio que podía apagar mi dolor momentáneamente. El alcohol. Pensaba emborracharme para olvidar, adormecer mi mente hasta dejar de recordar.
Salí de mi casa, tomé mi motocicleta y conduje hasta el bar al que iba habitualmente con mis amigos. Cuando llegué, el aparcamiento ya estaba lleno y el interior del bar estaba abarrotado de gente. Yo empujé los cuerpos que interferían en mi camino y fui directo a la barra, pedí una copa de whisky y me senté en uno de los taburetes altos de vinilo.
Ya no quería pensar en ella, no quería ser consciente de que Beth había elegido quedarse con Tyler, debía olvidar que se fue y decidió desplazarme a mí de su camino.
Me vino a la mente un recuerdo borroso y doloroso. Perdí el equilibrio de mis emociones cuando pasó ante mis ojos su imagen implacable. Fue muy intensa la mirada fija que clavó en mis ojos cuando dijo que ya no esperaba nada de mí, sus palabras me arrancaban el corazón cada vez que las escuchaba resonar en mi cabeza.
Levanté los brazos y junté las manos en la superficie de la barra. Hundí la cara entre mis palmas y solté un largo suspiro inconsolable.
A pesar de que estaba lejos pensaba en ella, la recordaba inevitablemente. Anhelaba tenerla allí, a mi lado, la quería cerca y la extrañaba. Una parte de mí odiaba esa sensación de debilidad y de dependencia, odiaba desear tenerla cerca y quererla lejos, y a su vez, no quería dejarla ir jamás.
Tal vez no podía enfrentarme al hecho de que ella acababa de dejarme, me había acostumbrado a ella, que siempre estuvo a mi lado, me apoyó en los momentos difíciles y fue mi amiga incondicional, pero ahora era yo el que no podía permanecer a su lado porque mi corazón no lo resistía. El único motivo por el que no me atreví a salir a buscarla antes de que se fuera fue porque me dolía profundamente verla con alguien más.
Un suspiro fracturado se me escapó de los labios. Mi mente estaba hecha un caos. Necesitaba sacarla de mi cabeza desesperadamente, porque cada movimiento y cada aliento lo sentía enlazado al dolor que me había dejado al irse.
Cuando el bartender me tendió la copa de whisky, yo no dudé en tomarla, la dirigí a mi boca y dejé que el líquido amargo se deslizara por mi garganta.
No estaba del todo seguro de cuántas copas me harían falta para sacarla de mi sistema, pero no pararía hasta desprenderme de todo el dolor.
Perdí la cuenta después de haber bebido hasta la última gota de la quinta copa. Mientras más copas bebía fui sintiendo alivio por el efecto del alcohol que circulaba en mis venas.
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Incondicionales
Teen FictionAsher es un joven con muchos sueños y metas en la vida, cada uno de sus objetivos tiene un propósito a seguir: convertirse en un jugador estrella del fútbol americano. Su mejor amiga, Elizabeth, es una gran soñadora. Ella sueña que las canciones que...