ASHER
El regreso a clases había sido realmente agotador. En las cinco clases que tomé anteriormente, los profesores debieron de ponerse de acuerdo, ya que cada uno de ellos nos pidió anotar los temas que veríamos a lo largo del semestre. Además, cada uno nos dejó investigar el primer tema del largo listado que habíamos escrito en nuestros cuadernos. ¡Gran recibimiento para sus alumnos! ¿No lo creen?
Después del almuerzo fui directamente al aula de Literatura. La materia la impartía la profesora Campbell, y ella fue la única que, en lugar de asignarnos apuntar un listado de temas, nos pidió redactar un texto en el que resumiríamos lo que hicimos en el verano, empleando versos en prosa y palabras de ese mismo estilo.
Me encontraba apoyado en el respaldo de la silla, reposando los antebrazos en el pupitre de madera, estaba rodeado por más de una docena de compañeros, de varios de ellos desconocía los nombres porque nunca fui bueno recordándolos. Entregué mi trabajo escrito diez minutos antes que los demás y, al no tener absolutamente nada que hacer, me puse a hacer garabatos en una hoja de mi cuaderno. De alguna manera, mis trazos sin sentido fueron tomando forma y terminé dibujando una guitarra similar a la que guardaba Beth en su estuche de mariposas.
Una leve sonrisa se dibujó en mis labios al recordar el día de su décimo cumpleaños: los dos estábamos balanceándonos en los columpios del jardín de su casa; ella se reía a carcajadas después de haber ganado más altura y elevarse en el aire con su largo pelo suelto al viento. Yo le gritaba que le ganaría y me elevaría más alto. En ese instante, sus padres salieron por la puerta trasera de la casa y la mirada de Beth se vio atraída por el estuche de guitarra que sostenía su padre entre las manos. Ella detuvo el columpio y salió corriendo con las manos extendidas. Una vez que llegó con ellos, ambos la felicitaron y le dieron su obsequio. Su rostro resplandeció de emoción cuando tomó el estuche entre sus pequeñas manos y lo apretó contra su cuerpo en un abrazo de oso. Yo me precipité a brincar del columpio y fui corriendo para llegar a su lado. Ella se volvió hacia mí y me sonrió alegremente antes de decirme: «¿Lo ves, Asher? Mi deseo sí se hizo realidad, aquí está el regalo de mis sueños». Yo le devolví la sonrisa y exclamé con entusiasmo: «Este es solamente el primer sueño, ya verás que cada uno se volverá realidad».
Era bueno recordar aquellos tiempos, después de todo, al crecer, lo único que se conserva son los recuerdos. Yo podía decir que en mi mente conservaba los momentos más valiosos de mi vida, y en cada uno de ellos estaba Beth, mi mejor amiga.
El ruido del timbre se hizo notar al otro lado de la puerta, provenía de los altavoces del pasillo principal. Solté un largo suspiro de alivio y me pasé los dedos sobre el cabello para acomodar los mechones a un lado.
—Muy bien, alumnos. Me tomaré el tiempo de evaluar sus redacciones y les entregaré su nota en la próxima clase —nos explicó la profesora desde su escritorio—. Ya pueden retirarse.
La mayoría se incorporaron de sus asientos y se apresuraron a guardar los útiles en la mochila para salir lo más pronto posible del aula. Antes de levantarme, estiré los brazos por encima de mi cabeza y eché la cabeza hacia atrás para apoyarla en el respaldo de la silla.
ESTÁS LEYENDO
Incondicionales
Teen FictionAsher es un joven con muchos sueños y metas en la vida, cada uno de sus objetivos tiene un propósito a seguir: convertirse en un jugador estrella del fútbol americano. Su mejor amiga, Elizabeth, es una gran soñadora. Ella sueña que las canciones que...