ASHER
Han transcurrido ya dos semanas desde lo ocurrido aquella noche y ahora, cada vez que pienso en ese baile, me viene a la cabeza el aspecto deslumbrante de Elizabeth. Me pierdo en el recuerdo de lo hermosa que lucía con aquel vestido ceñido. Me resulta inevitable no recordar el momento en que bailamos juntos en la pista de baile; no puedo olvidar la suave armonía que acompañaba nuestros pasos. Pienso una y otra vez en el contacto de nuestras manos, en la delicada unión de nuestros cuerpos. Me sumergía en la sensación del tacto de su piel contra la mía. Lo intento, pero no puedo olvidarla y con frecuencia me encuentro absorto en los momentos que hemos compartido desde nuestra infancia.
Ya me es imposible sacarla de mi cabeza; incluso podría decir que ni siquiera intento alejarla de mis pensamientos.
Últimamente, no he podido estar tranquilo debido a un tema que me tiene demasiado alterado y nervioso: Elizabeth y Tyler. Esos dos pasan demasiado tiempo juntos en la academia y en las clases que comparten, así que, en pocas palabras, se han vuelto inseparables y ya no sé cómo sentirme al respecto.
Una parte de mí está sumergida en el alivio, porque estos días he estado reflexionando que distanciarme un poco de mi mejor amiga puede ayudar a desprenderme de esas confusas emociones que había comenzado a experimentar cuando estábamos cerca; pero otra parte de mí, una que no puede aceptar verla con alguien más, no me deja sentirme tranquilo porque, francamente, nunca la he visto socializar tanto con un desconocido, y me enferma la simple posibilidad de que las intenciones de ese chico puedan herirla de alguna manera. Deseo estar allí para ella, quiero protegerla, pero tampoco busco agobiarla persiguiéndola a todas partes ni quiero entrometerme en su relación con ciertas amistades. Sin embargo, me está volviendo loco estar apartado de su lado cuando lo único que busco es no perderla de vista.
Es extraño lo que me pasa, porque hay momentos en los que estoy convencido de que me hará bien alejarme de Beth, pero luego me arrepiento y vuelvo a buscarla. Se siente como si no pudiera dejarla ir; haga lo que haga, intente lo que intente, todo me devuelve a ella.
Es realmente confuso que hace varios días estaba preocupado de que Beth pudiera interesarse en su amigo el pianista, y ahora resulta que es Tyler el gran problema: el chico y ella se encuentran juntos en cualquier parte, aparentemente se llevan de maravilla. Los he visto muy unidos y, francamente, no estoy convencido de que el acercamiento que han tenido se limite a una relación amistosa.
Es ese tema el que no me permite estar tranquilo. No confío en ese chico Tyler, no me agrada verlo merodear alrededor de mi amiga, no me gusta darme cuenta de que la mira, que le sonríe o que le habla. No quisiera que fueran amigos tan cercanos porque ella ni siquiera lo conoce y no sabe nada de él.
En más de una ocasión sorprendí a Tyler mirando fijamente a Beth, y la expresión de interés que vi en sus ojos no me gustó nada. Absolutamente nada.
No soy idiota, he podido darme cuenta de que él está interesado en ella. Lo descubrí porque las señales han sido evidentes ante mis ojos: el chico no puede dejar de sonreír cuando intercambian miradas, hace bromas y siempre busca robarle una sonrisa. Además, le hace cumplidos con frecuencia y la halaga de innumerables maneras. Él siempre encuentra excusas para acercársele.
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Incondicionales
Teen FictionAsher es un joven con muchos sueños y metas en la vida, cada uno de sus objetivos tiene un propósito a seguir: convertirse en un jugador estrella del fútbol americano. Su mejor amiga, Elizabeth, es una gran soñadora. Ella sueña que las canciones que...