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BETH

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BETH

Al despertar aquella mañana, experimenté esa extraña sensación que atraviesan todas las personas inexpertas en la bebida. Tenía que admitir que, siendo esa la primera vez que tomaba tanto y me emborrachaba, me sentía fatal. Las punzadas que taladraban mi cabeza eran indicio de una migraña intolerante; sentía el estómago hecho un nudo y la cabeza me daba vueltas, así que no lograba ver un punto fijo con claridad.

Mis ojos todavía no se adaptaban a la resplandeciente luz que se adentraba en la habitación, iluminando el espacio casi por completo. Me sujeté la cabeza con ambas manos e intenté aclarar mi visión para poder levantarme de mi cama y bajar a la cocina a tomar una aspirina. Sin embargo, de pronto, mis oídos identificaron una respiración acompasada junto a mí. Mi primera reacción fue asustarme, porque en un instante lo vi todo con más claridad y caí en cuenta de que aquella habitación amplia que olía a una refrescante colonia varonil no era la mía.

Me sentía tan aterrada que no quería moverme ni mucho menos darme la vuelta para averiguar con quién estaba. Fue paralizante descubrir que había dormido con alguien y que, además, no estaba en mi casa. Solamente pude oír su respiración suave y regular a mi lado, porque efectivamente, esa persona estaba tumbada a escasos centímetros de mí y me estremecía solo de pensarlo.

Mis ojos pestañearon antes de enfrentar la inevitable verdad. Me quedé atónita cuando me moví sobre mi espalda para apoyarme en mi codo y así observar al chico que dormía sumido en sueños. Lo admito, no me esperaba ver lo que vi, porque aquello era algo absolutamente imposible, irreal, surrealista.

Desde mi posición, lo primero que reconocí fue la silueta de Asher tumbado a mi lado, quien sorprendentemente estaba recostado en el otro extremo de la cama, boca abajo. Esto me permitió ver su ancha espalda descubierta en todo su esplendor y sus estrechos músculos contrayéndose con cada respiración profunda que exhalaba. Una delgada sábana le cubría la mitad del cuerpo, así que su piel quedaba a la vista desde la parte de su baja espalda hasta sus impresionantes hombros. Me fue inevitable no pensar que se veía asombrosamente atractivo con el torso descubierto.

¿Lo más impresionante de todo? Que no llevaba puesta una camiseta y mis ojos podían detallar cada centímetro de su piel con fascinación.

Tenía que estar alucinando, aquello no podía ser real. Asher y yo durmiendo juntos en una cama, Asher allí conmigo en su habitación, los dos recostados bajo las mismas sábanas, él invadiendo mi espacio vital, peligrosamente cerca de mi cuerpo. Me parecía incierto, pero llegado ese punto, lo único cierto era que había pasado toda la noche con él y que no recordaba ningún episodio posterior a la intensa escenita entre Brianna y Asher.

Joder, no tenía idea de qué había sucedido ni sabía cómo, por qué y de qué manera fue que terminamos allí nosotros durmiendo juntos. La falta de respuestas concisas provocó una explosión mental en mi cabeza.

Tomé un largo respiro tratando de tranquilizarme. Primero repasé todos los sucesos confusos y revueltos que daban vueltas en mis borrosos recuerdos: Mel y yo llegamos a la fiesta, nos encontramos con Ray y él nos invitó a subir a la terraza de la mansión. Fuimos con él. Después, me dejé llevar por las emociones negativas que invadían mi cuerpo y mi mente. No me negué cuando Ray me ofreció un vaso de cerveza y tampoco rechacé la copa de vino que me dio mientras me susurraba al oído que, si quería pasarlo bien, debía atreverme a probar cosas prohibidas. Hasta allí, los recuerdos avanzaban estupendamente, pero a partir del momento en que ya no quería seguir sintiendo ni pensando, la situación se ensombreció y lo vi todo con oscuridad.

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