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BETH

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BETH

La cena con los Bennett era una maravilla. Me encontraba rodeada de personas que me querían y a las que quería; no podía pedir más que un momento tan especial como ese. Sin embargo, allí estaba la incertidumbre revolviéndome la cabeza de mil formas.

Me esforzaba en ocultarlo y en mantener todas las posibilidades bloqueadas dentro de mi mente, pero muy en el fondo deseaba desesperadamente descifrar qué había sucedido entre Piper y Asher, aunque tal vez saberlo no me haría sentir mejor.

Me sentaba mal, terriblemente mal, ser una más de las muchas que presenciaban la interminable fila de chicas que buscaban salir con Asher. No podía soportar verlo yéndose con otra; eso ya lo había comprobado desde la primera vez que Asher me habló de que había quedado de salir con una compañera al terminar las clases. Todavía recordaba mi reacción cuando lo vi esperando a su cita junto a la puerta del instituto; se le veía tan ansioso, tan nervioso y tan ilusionado de salir con alguien más. Para mí fue demasiado, las emociones contradictorias me dominaron. Tuve que escapar de allí antes de que la imagen de ella llegando a sus brazos se quedara grabada en mis recuerdos. Así que sí, eran ya incontables las veces que llevaba huyendo de sus recurrentes citas ocasionales, porque se me revolvía el estómago solo de pensar en estar presente y verlo besando a alguien más, o lo que podía ser peor, escucharle expresar frases románticas junto al oído de chicas superficies.

No, ni hablar, jamás estaría lista para eso.

En ese momento, sentada junto a él en el comedor de mi casa, me preguntaba la razón de esa desarmante sonrisa que veía aparecer en sus labios en cada ocasión que decía algo o se reía. Mi corazón temía que Piper estuviera relacionada con su alegre actitud, porque de ser así, mis emociones caerían de golpe contra el suelo y no podría soportar un segundo más el encontrarme a su lado sin poderle demostrar lo dolida que me hacía sentir sin siquiera darse cuenta.

Una y otra vez, me pasaba por la mente la fugaz imagen que presencié a través de la ventana del autobús escolar, no me abandonaba el recuerdo de haberla visto saltar a sus brazos, él rodeando su cintura y ella acercándose para romper la distancia. Y justo después, a cámara lenta, sus bocas encontrándose con detenimiento y la sensación de mi corazón crujiendo al oprimirse de dolor.

Llevaba toda la tarde esforzándome por olvidar de una vez por todas lo que vi, pero no era de mucha ayuda estar cenando en su compañía y la de su familia. Tampoco ayudaba que, al mirarlo de reojo se viera tan sensacional y encantador con esa sonrisa suya y esos magnéticos ojos azulados que se me aparecían en sueños.

De pronto, mientras hacía girar mi tenedor entre mis dedos para enrollar una porción del spaghetti y llevármela a la boca, sentí un cosquilleo en la nuca y percibí una mirada atenta.

Miré a Asher de reojo y caí en cuenta de que se había vuelto hacia mí y me estaba observando desde su asiento. No entendía por qué tenía tanto interés en mí, si anteriormente estaba metido de lleno en la conversación que mantenían mis padres con los suyos.

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