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BETH

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BETH

Mi amiga se mostró sorprendida al oír mi afirmación, pero su sorpresa no era mayor que la mía después de darme cuenta de que acababa de meterme en un juego peligroso en el que ni siquiera tenía idea de qué hacer o decir.

Melissa me explico en qué consistía el juego. Comprendí que, básicamente, si la tapa de la botella apuntaba hacia mí, yo tenía que preguntar: verdad o reto. De lo contrario, sería a mí a quien le preguntarían si prefería confesar una verdad o tenía que atenerme a un reto.

Animarme a participar en un juego como ese era una total locura. En mis planes nunca me planteé jugar a los enamorados con gente que no conocía de ninguna parte.

Al cerrar los ojos, vi a Asher besando a Belinda en el baile de invierno del año anterior, lo vi besando a Piper en el aparcamiento de la academia, lo vi besando a la Liliana y, sí, vi que esa noche se había olvidado de mí por completo. Él no cumplió su promesa y me dejó sola en esa estúpida fiesta, así que yo también iba a olvidarme de todo lo que hablamos y me divertiría sin él.

Fue por esa razón que me metí al juego en el que estaban participando Mel y las otras chicas, sin saber que los retos de aquel juego me llevarían a hacer algo que la chica racional en mí jamás haría si no estuviera tan devastada y rota.

Abandoné mis pensamientos cuando escuché la voz suave de alguien que se detuvo a mi lado.

—Ya he vuelto —dijo la chica morena con una sonrisa de oreja a oreja.

—Quiero de eso que te dieron ahí dentro, joder, necesito mi dosis de amor para olvidarme del imbécil de mi ex.

—Entonces prepárate porque eres la siguiente —exclamó la chica con expresión radiante.

Todas fueron participando y el nerviosismo fue incrementando en mi interior conforme el turno de girar la botella se aproximaba en mi dirección. En el momento de máxima tensión, llegó mi turno y sentí todas las miradas clavadas sobre mí.

—Ahora te toca a ti, gira la botella —comentó una chica de pelo corto.

Le sonreí con esfuerzo y acerqué mi mano temblorosa a la botella para hacerla girar. Al dejarla girando sobre la barra, mi atención se fijó en el envase que daba vueltas sin parar. Este se fue deteniendo hasta apuntar directamente hacia mí, aunque la tapa quedó dirigida en otra dirección.

Un enorme escalofrío me recorrió el cuerpo al darme cuenta de que estaba metida en un juego peligroso. No había forma de salirme ahora que la botella apuntaba directamente a mí.

—Oh, esto se puso emocionante —exclamó la pelirroja mirándome atentamente; a ella le tocaba interrogarme y, por alguna razón, presentí que no me esperaba nada bueno—. ¿Verdad o reto?

La voz me tembló al pronunciar la palabra:

—Verdad.

La chica me miró de lo más alegre e intercambió miradas con el resto de las jugadoras.

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