ASHER
Volví a mi casa cuando cayó el anochecer, a pesar de que lo que menos me apetecía era encontrarme a cincuenta metros de distancia de la chica que me había hecho actuar como un cobarde incapaz de lidiar con sus confusos sentimientos.
Al recostarme en mi cama esa noche, vino a mi mente la idea de que, en lugar de irme, debí volver con ella; debí estar allí cuando él salió de su casa para verla parada felizmente junto a la entrada de su casa. Tendría que haber sido más valiente; tuve la oportunidad de comportarme de otra manera, de demostrarle a Beth mi preocupación y mi aflicción. Pude haberme disculpado por reaccionar de aquella manera en la biblioteca, o explicarle que no podía sacar sus besos de mi cabeza y que eso era lo que me angustiaba, porque siempre fuimos mejores amigos.
No hice nada de eso, no demostré interés y ese fue un terrible error que, más adelante, pagaría.
****
El resto de la semana, la situación continuó igual. La comunicación entre Beth y yo fue evasiva porque, desde el día de su cita con Alan, estábamos distanciados el uno del otro. Con esto no quiero decir que estuviéramos peleados; a mí parecer, nuestra amistad era la misma de siempre y llevábamos casi una semana sin discutir sobre nada. Sin embargo, a pesar de que actuábamos como los mismos amigos de siempre, yo presentía que ya nada sería igual.
Me preguntaba si ella se había encontrado con Alan en más de una ocasión, porque en esos últimos días casi no había hablado con ella. La verdad no quería mantenerme al margen y me costaba estar lejos de ella, pero intentaba cumplir con mi palabra de no entrometerme en sus asuntos. Sin embargo, en el fondo me consumía la curiosidad de saber algo acerca de lo que podría estar pasando entre ellos.
Afortunadamente, no tuve mucho tiempo para pensar en ese tema, porque ese fin de semana teníamos previsto un partido con el colegio "Buena Vista", así que esa semana el entrenador estableció varios entrenamientos para el equipo y no tuve ningún día libre para pensar en Beth y su pretendiente, o en alguna otra chica que pudiera llamar mi atención.
Me mantuve centrado en cada partido, me sumergí en las tácticas de juego y en las estrategias del equipo, atento a cada falla o insignificante error que pudiera resultar desfavorable para el resto de mis compañeros. A todos nos apasionaba el fútbol americano.
Yo era el capitán desde el segundo año del curso. Desde mi perspectiva, nada era mejor que descargar mis energías y dejar fluir la adrenalina en mi cuerpo practicando deporte. Nada era comparable a esa constante incertidumbre de no saber qué pasaría o quién ganaría. En cada partido experimentaba una emoción incalculable, compartía con mi equipo el mismo entusiasmo y explotaba en mí la sensación de libertad. Me sentía liberado y vivo porque ese deporte se había vuelto mi pasión, y convertirme en un jugador profesional era mi mayor sueño.
La mejor parte de todo el asunto era que mi familia creía en mí. Mis amigos y compañeros de juego también confiaban en que podía guiarlos para lograr nuestros objetivos. Aún más importante, Elizabeth, mi mejor amiga, era mi mayor admiradora, ella consideraba que llegaría muy lejos, confiaba en mis habilidades y estaba segura de que me convertiría en alguien importante.
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Incondicionales
Teen FictionAsher es un joven con muchos sueños y metas en la vida, cada uno de sus objetivos tiene un propósito a seguir: convertirse en un jugador estrella del fútbol americano. Su mejor amiga, Elizabeth, es una gran soñadora. Ella sueña que las canciones que...